“De los sistemas opresores, no nacen más que hipócritas o déspotas”.
José Marti.
Una nueva oleada represiva está viviendo Cuba, su incremento es notable y visible. A los tradicionales métodos de represión se suman otros, esto demuestra que no solo el “modelo económico” lo que se actualiza. Ahora intentan ser más astutos con el evidente propósito de evitar las denuncias de las organizaciones de Derechos Humanos y la presión de países defensores de la democracia, especialmente los Estados Unidos y el bloque de la Unión Europea, aunque a estos últimos lograron mangonearlos para que abandonaran la “Posición Común” a pesar de las contundentes pruebas expuestas en el Parlamento Europeo por el Observatorio de Derechos Humanos, con el “Coco” Fariñas como invitado y prueba viviente del carácter represivo del régimen de la Habana.
Es que no pueden actuar de otra manera, los Gobiernos totalitarios y policiales saben por instinto que la represión y la limitación de las libertades elementales de sus ciudadanos es la única forma de mantener el poder. En el informe central al 7mo Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) el 16 de abril de 2016, Raúl Castro expreso: “En estas circunstancias se impone fortalecer una labor preventiva inteligente, firme y sistemática y elevar las exigencias y el control por parte de los órganos encargados del enfrentamiento a la subversión política ideológica…”, por lo que no es casual que uno de los “Objetivos de Trabajo” sea el siguiente: “Enfrentar resueltamente en todos los ámbitos y por distintas vías, los intentos de subversión político ideológica (…), para ello se debe cohesionar a todos los factores y desarrollar acciones bien concebidas…”
Castro se contradice en su propio informe o no considera como población a la oposición (subversivos), cuando afirma: “La existencia de un partido único presupone estimular el más amplio y sincero intercambio de opiniones tanto dentro de la organización partidista como en su vínculo en la base con los trabajadores y la población”. Es decir, por un lado, elevar la exigencia de los órganos de enfrentamiento lo que se traduce en más vigilancia y represión contra los que piensan diferente y por el otro estimular un amplio y sincero intercambio de opiniones, ¿Cómo es esto posible?, no que realmente se pasan.
La cínica falacia tiene varias lecturas, pero centrémonos lo del “intercambio sincero” que no admite la participación de los supuestamente subversivos opositores, esos que tienen autonomía de pensamiento y criterio, que de forma pacífica y valiente reclaman los derechos de todos los cubanos. Estos cubanos no tienen espacio ni opción ni oportunidad de participar en estos complacientes y festinados debates, no reúnen los requisitos indispensables: ser siervos hipócritas. El PCC como organización monolítica lo único que ha estimulado, por razones obvias, es su poder absoluto a costa de la ruina del país. Han engendrado en la mayoría de sus gobernados la hipocresía y la simulación como método de supervivencia, convirtiéndolas en una plaga nacional.
Los adornos retóricos del régimen se traducen en más de medio siglo de historial represivo que se va adaptando al paso del tiempo y a los cambios en el orden internacional, los órganos de seguridad del estado, maquinaria represiva bien engrasada al servicio del Buró político, se ha especializado en destruir seres humanos de las más variadas formas, la preferida es convertirlos en marginados sociales, no quieren mártires quieren delincuentes comunes a quien señalar con el dedo, como advertencia a futuros osados. Por desgracia para las momias totalitarias siempre habrá quien se atreva a desafiarlos, el surgimiento de una incipiente sociedad civil y el desenfadado y desdeñoso desinterés de los jóvenes por la política del gobierno así lo demuestra. Mientras tanto el reloj biológico sigue con su tic tac indetenible, pasando su factura a los ancianos terribles y los jóvenes y no tan jóvenes de aquí y de allá con la certeza de que el mejoramiento del “Modelo Económico” comienza con el cambio del modelo político, esperamos.