Desde la implementación de patentes para la creación de materiales para la construcción, la ciudad de Santa Clara, en la central provincia de Villa Clara, Cuba, se ha volcado en una guerra colosal por la oferta y la demanda de tales productos.
Bloques, baldosas, bolitos, entre otros, son los productos ofertados por los trabajadores particulares que nuevamente deslizan al sector estatal en lo que respecta a calidad y precios.
Pero… ¿Qué pasa con aquellos lugares que no tienen las condiciones óptimas para realizar tal actividad?
Muchos de los pobladores que viven en las cercanías de dichas fábricas se quejan constantemente de la contaminación, el polvo y ruido desde el amanecer. La suciedad que emana de dichos lugares es inmensa e incluso muchos carecen de agua permanente, por lo que almacenan tan preciado líquido en lugares destapados con los riesgos que esto implica.
El CITMA (Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente) de Santa Clara parece ser de oídos sordos ante las quejas de la población. Permitiendo que dichas fábricas se encuentren dentro de la ciudad irrumpiendo en la tranquilidad ciudadana y atentando contra la salud.
Es un inconveniente para el estado el cierre temporal de estas fábricas que sufragan las necesidades de materiales para la construcción o inhabilitar las patentes que pagan altas cuotas a la ONAT (Oficina Nacional de Administración Tributaria). Lo que si está claro y es un reclamo popular, es la necesidad de re ubicación fuera de la periferia de la ciudad de estas fabricas. Que de esta manera no se afecte más a la población.
No se puede tapar el sol con un dedo y mucho menos permitir que se encuentre en contradicción la salud de la población y el desarrollo de esta industria tan necesaria para el mejoramiento de la infraestructura de la ciudad.