La historia de la economía cubana sufrió un antes y un después con la aprobación del Decreto Ley 315 en el año 2010. Esta norma jurídica le dio la oportunidad a un gran número de cubanas y cubanos de abrirse paso en el sector cuentapropista o el sector privado, como todavía algunas autoridades no están preparadas para llamarlo de esa manera.
Desde el 2010 el número de negocios particulares creció en un 59%, empezando con 157 351 negocios en marcha ascendiendo hasta la actualidad a 621 258, según fuentes del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social1.
Pese a las trabas y regulaciones que le pone el marco jurídico por el que se rige, este sector genera un alto número de empleo, responsable el 32% de fuentes de empleo de la Isla y sustento de un creciente grupo de familias que escapan de los aun deprimentes salarios de las empresas del sector estatal.
A pesar de que las actividades aprobadas en este sector son de muy poco valor agregado y muchas veces los que trabajan en las sus ocupaciones están por debajo de su formación académica, sigue siendo la variante que otorga mejores condiciones económicas y mejores perspectivas de ingresos.
Pero, ¿a qué precio? ¿Cuál es el costo que deben pagar los hombres y mujeres que trabajan en este sector para mejorar su situación económica y la de su familia? ¿Hasta dónde son capaces de aguantar por un mejor salario?
Estas y muchas preguntas más nos hacemos cuando vamos por la calle y escuchamos comentarios como:” Estoy muerta, salí de trabajar 14 horas de pie en la cafetería”, “…llevo 3 días seguidos trabajando 12 horas porque no había quien me cubra.” o “No me pagan por todo lo que yo trabajo”.
Muy alto es el precio que se paga por trabajar en el sector por cuenta propia en Cuba. Muchos sacrifican salud, otros sacrifican familia, alguna vida social y otros tantos lo sacrifican todo.
La mayoría de los establecimientos y negocios privados establecen condiciones de trabajos inhumanas, horarios de más de 12 horas sin descanso, con una infraestructura inadecuada que pone en riesgo la integridad de los trabajadores, sin contratos, sin vacaciones, sin seguridad social, pero a quien reclamar si el que paga manda.
Muchos de los que trabajan en negocios privados se convierten en esclavos modernos, siendo explotados por jefes déspotas que su único interés es hacer prosperar el establecimiento sacándole el máximo de esfuerzo a los “empleados”, muchas veces por solo 50.00 CUP por 12 horas o más trabajadas y sin instrumento legal que los respalde. Qué pasa si se van, qué ocurre si se enferman o tiene un accidente laboral. Nada, no pasa nada, le sigue el próximo de la gran lista de oferta esperando ser esclavizado.
A pesar de tales condiciones de trabajo, del esfuerzo físico que lleva al agotamiento extremo, a pesar de tanto desgaste y sacrificios personales, al final de mes reportan ingresos superiores a otras alternativas de empleo.
Y esto nos da la medida que aun el sector privado en Cuba, está a un nivel primario, donde los jefes, los que pagan, son los que imponen sus propias leyes aun si estas atentan contra la estabilidad del empleado. Esto no es más que el reflejo del estado de precariedad del país, de la desorganización, de la falta de control, de la desinformación, falta de preparación y por qué no, de la falta de valores y ética.
Pero y esta situación, ¿hasta cuándo? Sin trabajo privado no habrá prosperidad en Cuba. De ese sector depende. Está demostrado y es ciencia constituida que la empresa estatal socialista es ineficaz por esencia y experiencia. Por tanto, es irresponsable por parte del Régimen cubano seguir considerando el cuentapropismo como un mal necesario y complementario al sector estatal. Dicho en otras palabras, es el sector que da dinero al fisco, resuelve problemas, pero se desatiente por el irresponsable Estado socialista cubano por ser para los marxistas fidelistas el portador de todos los males del mundo: el capitalismo.
- Labacena Romero, J. ¿Cómo se trabaja en Cuba? Periódico Juventud rebelde. Domingo 19 de enero de 2020 ↩