“Emprendimiento no es ni ciencia ni arte, es una práctica.”
Peter Drucker, filósofo de management.
Para muchos el cuentapropismo en Cuba ha sido, es y será un tema muy atractivo por el impacto que tiene en la sociedad, su evolución y aporte en el desarrollo de la economía del país, generándose, por tal razón, abundante bibliografía sobre el tema en los medios tanto oficiales como independientes.
Al revisar la literatura sobre el tema se ha encontrado más de un caso donde se utiliza indistintamente los términos cuentapropismo y emprendimiento refiriéndose a un mismo fenómeno. ¿Pero, en el tan complicado contexto económico cubano se puede afirmar que emprendimiento y cuentapropismo son términos sinónimos? ¿Hasta dónde un término tiene que ver con otro? ¿Todo cuentapropista es emprendedor? Para darle respuestas a estas interrogantes es necesario empezar por los inicios y el significado de estos términos.
La palabra emprendedor conocida por su variante en francés entrepreneurapareció desde mediados de 1700, haciendo referencia a aquellos que tenían la voluntad o capacidad de enfrentar la incertidumbre. Luego, en los años 30 del siglo XX, el emprendedor fue considerado, a diferencia del hombre de negocio, no solo como una persona arriesgada que se maneja en la incertidumbre, sino también como innovador en todo el ámbito económico y comercial. En la actualidad, esta capacidad de innovar se amplía hasta el modelo de negocios propiamente dicho.
Cada vez son más los expertos que opinan que los factores externos, entiéndase las condiciones del contexto nacional que estimulan o frenan la actividad emprendedora, unido a las competencias individuales, son los que permiten ampliar la base emprendedora de una sociedad.
Para la licenciada Junco, investigadora independiente cubana, las condiciones del entorno cubano (social, cultural, económico y político) promueven o disipan la intención de emprender como una opción para capturar valor, crear nuevos puestos de trabajo y contribuir al desarrollo socio económico del país.
La referida autora considera entonces que el proceso emprendedor en Cuba va más allá de la persona que inicia un negocio o proyecto asumiendo riesgos y afrontándolos en el camino con el debido uso de los recursos para aprovechar oportunidades en el mercado, sino que involucra el entorno o contexto nacional, los individuos emprendedores y las actividades emprendedoras.
El término trabajo por cuenta propia se introdujo en Cuba desde 1979 como parte del sistema de dirección y planificación de la economía, se realzó en los años 90 con la apertura derivada de la crisis, y no fue hasta el 2010 donde realmente se estableció este tipo de actividad no estatal para darle respuesta a la situación sobre el tratamiento laboral y salarial aplicable a los trabajadores disponibles e interruptos.
Cuentapropista en Cuba son aquellas personas que tienen un negocio, pero el Estado no lo reconoce como empresario, siendo un individuo que administra una empresa y asume ciertos riesgos financieros al fundar un negocio. El cuentapropista es una persona natural que posee derechos y obligaciones al ejercer una actividad por cuenta propia.
La actividad por cuenta propia se ha convertido en una pieza clave para superar los crecientes problemas económicos, pero emprendimiento significa más que subsistir y tiene características que no presenta todo trabajo por cuenta propia.
Si bien la actividad emprendedora no constituye una novedad en el país, si lo es la aproximación teórica a ella. En Cuba no existen modelos teóricos consolidados que expliquen las peculiaridades del emprendimiento privado cubano.
El cuentapropismo y el emprendimiento presentan muchas semejanzas, pero no son términos intercambiables en el contexto económico cubano. El cuentapropismo surgió como una vía alternativa, por iniciativa del Estado para eliminar los trabajadores ociosos y mejorar la economía, de modo que se convirtió en la solución a una situación económica desfavorable y temporal. El emprendimiento por su parte, es un término global llevado a cabo por todo el mundo que se desarrolla a mayor escala y con una visión de futuro más amplia y donde intervienen más variables económicas. Es por eso que solo se consideran como emprendimientos las actividades por cuenta propia que pueden asumir riesgos significativos y a largo plazo, como es el caso del arrendamiento de habitaciones o los restaurantes y paladares, aunque muchas veces se limita su crecimiento por no estar creadas las condiciones de un entorno que favorezca la actividad emprendedora.
Dando respuesta a las interrogantes antes expuestas, se puede decir que, en el contexto nacional cubano, emprendimiento no es lo mismo que cuentapropismo, y aunque tengan puntos de encuentro en común, no todo cuentapropista es emprendedor, lo son solo aquellos que asumen mayores riesgos financieros a largo plazo con ciertas tendencias al crecimiento sostenido. Por lo tanto, emprendimiento y cuentapropismo son términos que ni de cerca se refieren al mismo fenómeno.