La persecución contra los Trabajadores por Cuenta Propia en la occidental provincia de Pinar del Rio, Cuba, está al máximo nivel. El caso que expongo hoy es fiel reflejo de lo anterior.
En la Calle Rastro, de la ciudad cabecera de Pinar del Rio, prestan unos de los servicios de la comunidad que tanto ayudan a nuestras mujeres. Una profesional, en el amplio sentido de la palabra, admirada y querida por todos los vecinos y clientes sufrió las consecuencias.
En días pasados recibe la visita de 2 muchachas jóvenes a las que no conocía. Después de muchos ruegos decide hacerlas pasar a su casa para arreglarle el cabello a una de ellas. La hermana menor cumpliría 15 años en 2 días y nadie tenía tinte rojo, que de veras necesitaba que le ayudara. A mitad del trabajo de complacer a la cliente recibe una llamada telefónica de una vecina alertándola q las muchachitas no eran tan como decían, que las observara. Terminando el tratamiento de embellecimiento le tocan a la puerta. Para su sorpresa, tenía en frente nada más y nada menos que a un agente de la PNR muy uniformado y un inspector de la Dirección Integral de Supervisión. Recibieron una denuncia diciendo que ella estaba haciendo tratamientos en su casa aun cuando estaba paralizado todo por la Covid. La peluquera les explica que estaba pintando a una muchacha que su hermana cumplía años al otro día, que eso no era delito porque no lo estaba haciendo para la calle. No hubo entendimiento y la muy generosa estilista se llevó una multa de 1500 pesos, que el inspector dijo que era de 2000 q le iba a rebajar 500 por su gesto de caridad con la joven. Alégrese q no fue de 5000 por propagación de Epidemia, le dijeron.
Tras muchos meses sin trabajar ¿Cómo pago la multa? Lo último que le dijeron fue “nosotros solo hacemos nuestro trabajo”. Será esto un verso para todas las autoridades pinareñas.