Cuba cierra un año horrible y nada indica que 2024 será mejor. Ya sabemos por funcionarios del régimen que, la inflación está en un 30% interanual, el número de turistas visitantes a la Isla se quedará muy por debajo de lo esperado, el déficit fiscal se ha incrementado en un 44% por encima del previsto, y el propio régimen anunció que no cumplirá el pronóstico de crecimiento económico para 2023, de un 3%, alcanzando si acaso el 2%, contracción que, si se tienen en cuenta los datos de la CEPAL, le ubicaría como segundo país con mayor decrecimiento de América Latina. Estos datos, que podrían ser peores según expertos independientes, junto a la crisis de liquidez y a los impagos a los acreedores por parte del estado apuntan a mayores dificultades para conseguir dinero en los mercados financieros internacionales.
La situación actual requiere de medidas audaces y liberalizadoras en todos los campos, pero estas no llegan. El llamado “paquetazo” aumentando los precios de precarios servicios esenciales, como el agua, el gas licuado, el transporte y la electricidad, hace que el costo de esta crisis que pareciera eterna recaiga una vez más sobre la población.
El desastre socioeconómico se debe principalmente al sistema socialista, que no funciona, y a la infinidad de crisis acumuladas. Obviamente, hay factores externos que influyen, pero el régimen debe reconocer que las principales causas son internas y estructurales.