1er Concurso de DERECHOS ECONÓMICOS EN CUBA
Cuba 1959. Fulgencio Batista hizo maletas y despego rumbo a Santo Domingo en aquel entonces Ciudad Trujillo, en compañía de familiares y más cercanos colaboradores. En aquel entonces muy pocos imaginaban que comenzaba el capítulo más obscuro de la historia de Cuba.
Como resultado de la imposición de un Estado comunista, fue abolida con premura la economía de mercado, fueron nacionalizadas todas las industrias incluyendo el sector terciario, los últimos vestigios de propiedad privada desaparecieron totalmente en 1968. La economía nacional cayó en picada, mantenida artificialmente por la Unión Soviética, de quien nos habíamos convertido en satélite y parte de la guerra fría.
Con la caída del telón de acero, se evidencio la total dependencia económica de la Isla, dando comienzo a lo que el régimen llamo eufemísticamente “periodo especial” o, en castellano: crisis económica total, como pocas veces se ha visto. A partir de ese momento y en medio del calvario que resulto para la inmensa mayoría de la población los cortes prolongados de la electricidad, escasez de alimentos y productos básicos, combustibles y transporte, el Estado comenzó la búsqueda de alternativas económicas, nuevos mercados y créditos financieros. Se despenalizo el uso de divisas por parte del ciudadano común y se autorizó el surgimiento de pequeños negocios vinculados principalmente a la esfera de los servicios.
El Gobierno decidió aprovechar las bondades naturales de la isla caribeña, potenciando el turismo, hasta ese momento muy restringido –probablemente por la reticencia oficial ante una posible contaminación ideológica por parte del turismo “capitalista”- para lo cual el país se abrió a la inversión extranjera, surgieron las sociedades anónimas, cuidando siempre de mantener la mayoría de las acciones en manos del gobierno cubano. Surgieron por todo el país tiendas estatales donde la venta era y es en divisas –ahora también en su equivalente en pesos cubanos no convertibles- con precios exorbitantes.
Aun así, a pesar que la situación económica del país no es tan caótica como en aquel momento, seguimos en una banca rota que a la larga no solo mantiene en números rojos la economía doméstica, sino que de igual manera afectó los valores morales de una sociedad obligada a subsistir como puede y a todo coste, un país desangrado por la inmigración prácticamente forzosa, donde la mayoría de la fuerza de trabajo joven intenta buscar la libertad y prosperidad allende al mar.
Las acciones que debería ejecutar el Gobierno cubano para revertir el anterior estado de cosas y reactivar la economía nacional, no están por descubrirse, están a la mano, ya fueron inventadas. Lo primero es dejar de buscar en gobiernos extranjeros, inyecciones financieras basadas en alianzas y afinidades políticas que a la larga siempre resultan efímeras y crean un camino de dependencia por el que ya se ha transitado. Se debería liberalizar la economía y dejar al control estatal solo las empresas vitales y estratégicas, como la generación eléctrica, el manejo de los recursos hidráulicos, el sistema de salud pública, la educación pública sin menoscabo del resurgimiento de escuelas privadas y religiosas, puertos y aeropuertos etc. De igual manera eliminar la intromisión de las fuerzas armadas en la vida económica y política del país, no es su objetivo social y nunca lo será.
El Estado debe de potenciar la iniciativa privada y también abrirse más a la inversión de capital foráneo y este capital extranjero no solo debería ser de asociaciones, empresas o personas de otras nacionalidades, debería priorizarse o, como mínimo, equilibrarse la participación de capital procedente de ciudadanos cubanos residentes en el exterior que tengan capacidad financiera para ello, hasta ahora han sido discriminados.
Se debería implementar la economía de mercado con la participación del Estado para corregir los fallos que indefectiblemente aparecerán, pero el intervencionismo extremo del que adolece en la actualidad la economía cubana, es incompatible con el éxito económico. Uno de los problemas más importantes de la economía de mercado, especialmente en una futura transición, es encontrar un adecuado balance en la regulación estatal, un equilibrio correcto entre el mercado y el gobierno, que permita garantizar un acceso general mínimo a ciertos bienes y servicios y a su vez mantener la libertad de los actores económicos. Ambos son necesarios y se complementan.
Para lograr lo anterior se necesita total voluntad política, la libertad económica precisa, para tener éxito, que el Estado garantice y potencie por Ley los derechos económicos. La libertad de empresa tiene rango constitucional en muchos países, la Constitución española refrenda en su artículo 38 que: “Se reconoce la libertad de empresa en el marco de la economía de mercado. Los poderes públicos garantizan y protegen su ejercicio y la defensa de la productividad, de acuerdo con las exigencias de la economía general y, en su caso, de la planificación.”En Cuba no hay existe tal cosa, se debería legislar con seriedad de cara a un desarrollo económico exitoso, la legislación actual en materia económica y de mercado es demasiado ambigua, adolece de lagunas e incongruencias suficientes para dejar indefensos a los emprendedores privados ante el asedio de la administración pública
Otra asignatura pendiente es, la mediación del Estado entre el trabajador y las empresas extranjeras que operan en el territorio nacional, es inmoral que el gobierno se lleve la mayor tajada del salario que debería pagársele al trabajador por parte del empleador, siendo además una práctica prohibida por la Organización Internacional del Trabajo. Esto garantizaría un salario digno a los que no tienen capacidad financiera para fomentar un negocio propio, crearía las bases para un futuro estado de bienestar.
Sin transporte no hay economía, en nuestro país este sector está muy deprimido, de lograrse en el futuro un crecimiento económico este se saturaría, la infraestructura de carreteras y vías férreas están en un estado desastroso, los viales cubanos semejan un paisaje lunar y no soportarían un alza en la demanda de bienes y productos, se produciría un recalentamiento tal, que la llegada de estos a los centros de consumo sería insuficiente. Por lo que es prioritario la inversión en ese sector, el cual se debería dejar en manos privadas al menos la parte de las empresas trasportistas, los viales podrían ser de competencia mixta.
Las tasas impositivas tienen que ser sostenibles tanto para el Estado como para los empresarios privados, unos impuestos excesivos como los actuales, además de injustos, provocan el desestimulo y el engaño al fisco –dado que el pequeño emprendedor se siente extorsionado-, tal y como es en el presente. El objetivo de los emprendedores es obtener ganancias e ir creciendo, no trabajar en vano para que el Estado se quede con la mayor parte. También es imprescindible el acceso del empresariado privado a los almacenes y precios mayoristas, en ningún lugar en el planeta se observa el fenómeno de minoristas comprando a precios minoristas, lo cual además provoca los altos precios de ventas que afectan al consumidor.
El acceso libre a internet no es menos importante, en un mundo moderno y global es impensable una economía sostenible y realista de cara al futuro, sin el uso libre y sin interferencias políticas de la internet, en la Cuba de hoy es algo a cambiar. El uso de la web para la actividad mercantil es algo común en la mayoría de los países, una herramienta que agiliza las operaciones de compra-venta y pago, abarata los costos, acerca los mercados a los consumidores, a los empresarios entre sí y con los bancos.
Cuba necesita salir del atasco económico en el que se encuentra, no existe precedente alguno en la historia, de algún país con sistema comunista que haya tenido una economía exitosa – aquí casi 60 años de fallidos experimentos lo han demostrado, Venezuela va por el camino cubano y ya destrozo su economía- por lo que se impone necesariamente un cambio. Según datos publicados por Heritage Foundation en colaboración con The Wall Street Journal, el Índice de libertad económica del 2017 situó a Cuba en el puesto 178 solo antecedido por Venezuela y Corea del Norte, los tres últimos de la lista, es de esperar se mantenga igual. Fomentar la libertad económica conduce a un mayor crecimiento económico. Quizás en el futuro con una renovación en la cúpula de poder, se podría generar un cambio, el camino a transitar será largo, con seguridad empeorara antes de mejorar, pero sería un punto de partida para un futuro próspero y libre, los cubanos de aquí y de la diáspora lo merecen.