Ya han transcurrido algún tiempo del paso del huracán Irma por el norte de las provincias orientales y centrales de Cuba. Daños devastadores fueron ocasionados a infraestructuras y plantaciones, al menos diez fallecidos se reportaron por las autoridades –principalmente en la capital-. Algunas comunidades fueron casi totalmente arrasadas por el fenómeno atmosférico, como Moscú en el norteño municipio de Esmeralda, donde el 80 por ciento de las viviendas fueron demolidas por el evento. La prensa oficial se hizo eco de la eficacia de la Defensa Civil y de la relativa rapidez con que fueron restablecidos el servicio eléctrico y telefónico.
De lo que no se habla en estos medios de comunicación es de la falta de previsión de los organismos del Estado, en tareas que son de “libro”, como la poda de árboles y la limpieza de alcantarillas. Tampoco se comenta nada de la carencia o escasez en el mercado de productos como velas, linternas, lámparas recargables y alimentos enlatados a precios económicos.
A pesar que el potente huracán no penetro en la profundidad del territorio nacional, decenas de miles de viviendas fueron afectadas, los daños no solo se deben a la fuerza de los vientos. Lo anterior nos lleva a formularnos algunas preguntas: ¿Son seguras y decorosas las viviendas de un número considerables de cubanos? ¿Cuántas de los inmuebles afectados pertenecen a dirigentes y militares de mediano y alto rango?
La situación precaria en que vivían algunas familias cubanas, fue criticada en el año 1953 por el señor Fidel Castro en el alegato del llevado y traído “La historia me absolverá”, cuando dijo literalmente: “… a los quinientos mil obreros del campo que habitan en bohíos miserables…” Más adelante agrega optimista “… un gobierno revolucionario resolvería el problema de la vivienda…” “… hay piedra suficiente y brazos de sobra para hacerle a cada familia cubana una vivienda decorosa”. Lo prometido por el sátrapa no se cumplió, hoy en el único país socialista del hemisferio occidental hay un altísimo déficit de viviendas, donde es frecuente que en una misma casa convivan tres generaciones de familia, una gran cantidad de inmuebles están en mal estado constructivo o son insalubres y sin condiciones mínimas de habitabilidad – quizás al señor de la barba no le bastó más de medio siglo en el poder para cumplir la palabra empeñada-.
Basta una mirada crítica al panorama cubana actual para percatarse que la situación sigue igual o peor, en tanto la población se ha duplicado y existen más personas en necesidad que antes. Lo prometido no se cumplió, lo que tanto se criticó sigue igual, hoy hay menos ricos, pero también más pobres que antes, los explotadores del ayer fueron desplazados por la casta gobernante que tira huesos a los de abajo y encima se ufana de ello.
A la fecha de hoy es laberintico determinar la cifra real de los hogares afectados, en un momento que algunos damnificados aun no reciben la visita del personal técnico que certifica su situación. Por otro lado, persiste la duda y preocupación de muchos por la seriedad de las promesas de las autoridades, es notorio la situación de damnificados de los huracanes Ike y Paloma, que desde el 2008 esperan por la ayuda del gobierno, varias familias aún están albergadas en difíciles condiciones. Ante lo anterior muchos se preguntan qué será de ellos ahora que son miles los afectados.
El tema alimentación es otro de los problemas que el Estado socialista es incapaz de resolver, las viandas están prácticamente desaparecidas y las pocas que aparecen son a precios prohibitivos. En los lugares más afectados, donde muchos se quedaron con lo que traían puesto encima, la comida se le vende, “a precios módicos” pero se le vende.
El Gobierno prometió ante una asombrada nación que estaban en condiciones de poner a punto las instalaciones turísticas, luego de las numerosas críticas y algunos incidentes con la población afectada, dieron marcha atrás y comenzaron el control de daños –en una mano dudosas promesas y en la otra la amenaza de prisión para los revoltosos-. Aun así, el general-presidente no apareció por ningún lado.
Llama la atención como la prensa exalta como confortables y bonitas las casa que se levantan a ritmo de conga en algunas comunidades, estas son de madera recuperada de árboles derribados con paredes de tablas de palmas, solo esperemos que la madera se comience a podrir o se las lleve otro huracán, mientras a