Es cierto que en Cuba predomina una gran incultura jurídica en lo relacionado con la propiedad intelectual, en especial con el uso de marcas y signos distintivos. También es sabido que, a partir de 1959, con la fuerte restricción a la propiedad privada, el fortalecimiento de los monopolios económicos estatales y los fallos de los modelos económicos socialista implementados, esos tópicos jurídicos y muchas de las prácticas comunicacionales como la publicidad fueron desterradas y satanizadas por el Gobierno cubano por constituir “males del Capitalismo”. El 74 % la población cubana nacida en el socialismo cubano, no entiende nada de normas que regulan el uso de marcas, patentes y eslogan de uso comercial.
En todos los paisajes urbanos cubanos se utilizan indiscriminadamente las más famosas marcas de autos, clubes de futbol, cosméticos, modas…banderas y otros símbolos en los más insospechados fines. Y no pasa nada.
Trasladando a unos clientes por las estrechas callejas de la parte vieja de la ciudad de La Habana un bici taxista fue detenido por la acción conjunta de la policía y el cuerpo de inspectores de la Dirección de Inspección y Supervisión Provincial, los cuales le reclamaron por adornar su bicitaxi con banderas de Cuba y los Estados Unidos.
Los funcionarios explicaron que por indicación del Gobierno de la ciudad “está prohibido dar propaganda a banderas de otros países, solo se permite la cubana y de forma correcta como establece la ley de símbolos nacionales.” Advirtieron al taxista de que “debía estar tranquilo porque podía ser considerado mercenario como el contrarrevolucionario ese de San Isidro que ultrajó la bandera cubana” en alusión a los sucesos de San Isidro, inusual protesta cívica cubana antigubernamental que conmociona a la sociedad cubana desde el 14 de noviembre.
Para este observador económico con el actuar cotidiano del cuerpo de inspectores y la policía cubana no hacen otra cosa que afectar el desarrollo de la iniciativa privada.
Foto de cabecera: Bicitaxistas en la piquera del Parque Central de La Habana. Imagen del Archivo del Observatorio Económico.