La posibilidad de crear MIPYMES es un hecho positivo que responde a un antiguo reclamo de los emprendedores; pero no podemos creer que la economía y con ella la prosperidad, crecen a golpe de normas jurídicas.
El derecho facilita, acompaña, estandariza con otras jurisdicciones, aporta seguridad, ayuda a revolucionar, de hecho, es la forma que tienen las sociedades modernas para hacer los cambios, pero hay otras cosas que son esenciales también. El pleno derecho de propiedad, la libre iniciativa económica sin tantas limitaciones estatales y letra pequeña, un sistema financiero dispuesto a apoyar a los emprendimientos, políticas fiscales que estimulen y que no confisquen, son algunos de esos otros elementos.
Pero también es importante que el mercado en general sea libre. Es muy difícil que se genere prosperidad de base amplia si el mercado no está oxigenado, si no se genera valor o si no hay poder adquisitivo.
Responder positivamente a estos elementos nos podría poner ante una realidad al parecer incomprendida o no deseada por quienes hoy tienen que hacer las reformas económicas en Cuba; quienes seguramente saben que es difícil hacer una reforma económica real en Occidente sin ceder espacios de poder a la propia sociedad.
Cada día que el país pasa sin esas reformas, es tiempo que perdemos para insertarnos en el mundo globalizado; una brecha que podría tomar años por reducir en términos de educación, de cultura cívica, laboral y empresarial, de transferencia tecnológica y competitividad.