En vísperas del 8vo Congreso del Partido Comunista de Cuba, el presidente Miguel Díaz Canel se reunió con trabajadores por cuenta propia, cooperativistas no agropecuarios y directivos del sistema empresarial estatal, para ratificar la voluntad del Estado por seguir avanzando en el desarrollo de las “formas de gestión no estatal”.
En este encuentro de matiz propagandístico también participaron figuras importantes dentro del Estado y el Gobierno tales como el Primer Ministro, la Contralora General de la República, un nutrido grupo de ministros y otros grupos de altos dirigentes.
En la reunión se repitió la intención del Estado de apoyar el progreso de las “formas de gestión no estatal” y ratificar que estas están contempladas en la estrategia económica y social aprobada en julio pasado y en el ordenamiento monetario y cambiario vigente desde el pasado 1ro de enero.
A estas alturas aun los altos dirigentes de Cuba hablan del progreso de los cuentapropistas y cooperativistas no agropecuarios, cuando ni siquiera son capaces de llamarlos por el nombre que los define “el sector privado”. Mantienen los viejos esquemas y la vieja mentalidad de negarse a reconocer que en Cuba existe un sector privado independiente y al margen del poder Estatal, esta idea la reforzaron cuando el Díaz Canel, expresó, “El sector no estatal es nuestro. Está contemplado como un actor económico en el proceso de desarrollo socialista del país, y tenemos toda la capacidad para de conjunto trabajar y aportar (…) al Plan de Desarrollo Económico y Social y a la Visión de la Nación”.
No puede haber desarrollo y progreso del sector privado en Cuba si aún las autoridades consideran que este sector “(…) en un sistema como el nuestro, es una forma más socialista”. Es imposible de llevarse a cabo, cuando en esencia estos dos conceptos, privado y social, son excluyentes y difieren uno de otro.
Pero es evidente las claras intenciones del Régimen cubano, de limitar y estrangular el libre desarrollo del sector privado cubano y de marcar sus pautas, más allá de lo establecido por la lógica y las necesidades objetivas. Intenciones de controlar aún más la red de accesos y funcionamiento del sector por cuenta propia cubano y seguir supeditándolo al sector estatal socialista, como expresó el Primer Ministro en el encuentro “el principal aporte de las formas de gestión no estatal ha sido el de complementar al sector estatal de la economía” y seguirá siéndolo por lo que se ve.
Pero no sé hasta cuánto más el Régimen quiere limitar a este sector, que se ve en la obligación de reinventarse y buscar opciones de subsistencia, dado la ausencia de fuentes de financiamientos en el sistema financiero bancario y no bancario, tampoco privadas, ni subvenciones o subsidios gubernamentales para desarrollarse y seguir creciendo. Donde según datos recogidos por el Informe de Derechos Económicos de Cuba 2020, actualmente el 90% de los cuentapropistas coincide que la principal fuente de financiamiento en 2020 provino del exterior a través de las remesas pecuniarias, de familias, amigos y otros cubanos residentes en el exterior. Justamente por la falta de fuentes de financiamiento internas.
Pero el Régimen insiste en hacer caso omiso a esta situación o simplemente lo pasa por alto para preferir culpar al “enemigo” de pretender “favorecer financieramente y mediante otras formas de influencia— al sector no estatal de la economía, y separarlo de su aporte al proyecto de desarrollo socialista “como expresó Díaz Canel.
Cuando la máxima dirección del PCC deje de culpar “al enemigo” de todos los males que acaecen sobre la sociedad cubana y en este caso de influenciar o financiar a los cuentapropistas, cuando reconozcan al sector privado por su nombre como definición de su actividad, cuando dejen de supeditar el sector privado al sector estatal y darle el valor que realmente le corresponde en la economía cubana, será entonces que se podrá pensar en un verdadero impulso del progreso del sector privado cubano.