La actividad por cuenta propia ha despertado en Cuba un renacer de nuevas y diferentes problemáticas que antes se encontraban reprimidas ante la presencia predominante y casi totalitaria del sector estatal sobre la actividad económica de la nación. El año 2011 abrió las puertas para la existencia y consolidación de la figura del trabajador por cuenta propia, el emprendedor. Una figura económica separada de la actividad estatal que cumple una función social determinada y por ella percibe cierto beneficio.
Como todo inicio, esta práctica no escapó de incertidumbres y tropiezos. Recordemos que esta actividad fue suprimida en la Isla en el año 1963 y luego bajo los difíciles años 90 del pasado siglo, cuando la nación cubana era crudamente azotada por una crisis estructural, se generó cierta apertura hacia la práctica de esta forma de actividad, pero bajo limitaciones que se acrecentaron con la llegado de los años 2000 y la asimilación nuevamente de un modelo altamente centralizado de dirección de la economía.
Esta vez el impulso es generado por el proceso de actualización del modelo económico cubano y aunque en apariencia esta política estatal (concretada mediante la aprobación de las normas jurídicas correspondientes) se percibe con mayor seguridad, estabilidad y durabilidad por parte de la población cubana e incluso por naciones y organismos e instituciones internacionales, esta apertura no deja de ser asumida, aceptada y permitida como coyuntural en la economía cubana, con carácter temporal y con la finalidad de re dinamizar la deprimida actividad económica de la nación.
El futuro de Cuba, proyectado en los documentos emitidos por el séptimo congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), pretende la construcción de una sociedad socialista próspera, sostenible y sustentable. Aunque se reconoce el contexto de heterogeneidad de formas de propiedad y de gestión, y el papel y las funciones de los principales actores económicos, se cimienta como esencial el lugar primordial que ocupan las relaciones de producción socialista y del Estado en los diferentes niveles de dirección.
Pareciera incluso existir una contradicción de fondo, asociada a carencias teóricas básicas o a la simple ausencia del sentido común en la concepción y asimilación de esta nueva forma de actividad. En el documento titulado: “Conceptualización del Modelo Económico Cubano de Desarrollo Socialista”, en el artículo 174 dice: “Se reconoce la propiedad privada que cumple una función social (…)”.
Esta idea muestra el claro temor del sistema, pero además su desconocimiento entorno a la propiedad privada, su funcionamiento y su esencia económica y social. Y es el propio Carlos Marx, uno de los paradigmas teóricos que sustenta la ideología marxista leninista que profesa este Estado, el que define y demuestra el carácter profundamente social de la producción de esta forma de propiedad, pues su existencia depende de la capacidad que esta demuestre para lograr que la sociedad asimile sus producciones o servicios.
Parte II
Una de las confusiones más peligrosas a juicio de este autor reside en el artículo 176 del documento titulado: “Conceptualización del Modelo Económico Cubano de Desarrollo Socialista” y cito: “El ejercicio de los derechos de propiedad privada sobre determinados medios de producción se enmarca en normas que regulan los límites de la concentración de la propiedad y la riqueza, bajo los principios y finalidades del desarrollo socialista”. Quizás el simple planteamiento de esta idea puede generar preocupación a los emprendedores, que con su esfuerzo personal o con apoyo colectivo pueden tener en riesgo parte de sus ganancias bajo esta supuesta política estatal. Pero la preocupación se trasforma en alarma cuando se conoce de la no existencia de normas jurídicas que limite estos fenómenos, por demás objetivos. Se carece además de una medida cualitativa o cuantitativa que permita medir la concentración de la propiedad o la riqueza, ambos conceptos profundamente abstractos y con un carácter muy relativo.
La Conceptualización del Modelo plantea que: los emprendedores definidos como actores económicos son un elemento complementario, facilitador del bienestar, canalizador de potencialidades productivas y que por tanto aportan al desarrollo social, sin embargo, es el Estado el garante y responsable de este proceso.
El trabajo por cuenta propia, analizado como una actividad es visto además como un elemento que contribuye al empleo según lo refleja el artículo 186.
Puede ser que pocos emprendedores conozcan esta realidad objetiva y estos principios básicos que proyecta el PCC en su modelo económico socialista, pero el desconocimiento no es la solución, tampoco la indiferencia ante el proceso que se vive. La única vía para preservar su esencia, su funcionamiento y su vida en sí, es el enfrentamiento directo, el reclamo enérgico y fundamentado de los derechos económicos fundamentales. Es participar de forma activa y consiente en la construcción de un nuevo modelo económico cubano, no desde la posición pasiva de un simple espectador y desde la disidencia crítica pero pasiva, se trata entonces de proponer haciendo, de crear y demostrar con éxitos.
Son los emprendedores la fuerza económica llamada hoy en Cuba a generar un cambio dentro de la sociedad cubana y dentro de su modelo económico, primero en la esfera social y luego del éxito y alcance de esta podrán entonces abarcar otras esferas como la social e incluso la política, aunque esta última se encuentra profundamente blindada, aunque no irrebatible.