¿Cómo pudiera llegar a ser Cuba un país próspero?
Múltiples pudieran ser las respuestas a la interrogante anterior. Y es así porque cada persona tiene su propio concepto de prosperidad que se va construyendo a lo largo de la vida teniendo como referencia el trabajo personal y la experiencia de los otros.
A pesar de ello, nadie niega o reniega de ella. Usted quiere tener prosperidad, ella también, él; todas y todos en Cuba queremos ser prósperos. Tengo absoluta certeza de que no hay cubana o cubano, no importa dónde esté, que no desee con fervor que Cuba puede llegar a ser un país próspero. Pero, ¿qué significa ser próspero? ¿Es algo que depende solo de las capacidades individuales? ¿Es sinónimo de tener mucho dinero? ¿Se puede ser próspero en un entorno que no lo sea? Y repito: ¿Cómo pudiera Cuba convertirse en un país próspero?
Las personas pueden desear algo sin que ello signifique su prosperidad. Las instituciones pueden desarrollar políticas bien intencionadas pero las mismas, al no ser coherentes, pueden no promover la prosperidad sino el retroceso o el estancamiento. Sin embargo, por un mecanismo inherente a la naturaleza humana una buena parte de nosotros solo identifica la prosperidad con el aspecto económico. Y pudiera ser cierto. Aunque la prosperidad tiene un contenido subjetivo, indudablemente está ligada a la situación económica y al mejoramiento continuo de las condiciones de vida.
Si esas condiciones de vida son precarias, las personas se aferran a la búsqueda de seguridad y subsistencia. Se vuelven hacia sí mismos. Si no se tiene comida o un techo, es difícil que se piense en artes o en política. Si sus vidas son miserables, las personas son infelices porque en ese escenario proliferan las miserias humanas y se pierden los valores tradicionales que salvan la Nación. Pero en la medida que se tengan resueltas las necesidades básicas y perentorias, las aspiraciones y creencias de las personas estarán ligadas a la búsqueda de su realización profesional, el altruismo y la solidaridad. La prosperidad también se derrama.
Desde la ciencia económica se ve la prosperidad en interrelación dialéctica con el crecimiento y el desarrollo. Pero la manera en que se aprecia el desarrollo está determinada por la creación de riqueza. Si en Cuba no hay un crecimiento económico sostenido en el tiempo, se lastrará la prosperidad y la manera en la que las cubanas y cubanos percibimos el bienestar hacia el futuro.
No puede tampoco lograrse prosperidad individual de las cubanas y cubanos sin un marco colectivo con una economía fuerte y sana, instituciones responsables y la garantía de las libertades para hablar, pensar, opinar, reunirse y tener participación real en la toma de decisiones que nos implican y favorezcan la autorrealización y calidad de vida razonable de cada individuo.
El entorno macroeconómico cubano se encuentra en presencia de una dinámica negativa que viene dada por el fallido modelo marxista leninista y fidelista incapaz de generar recursos para el desarrollo económico y la democratización del País.
El impacto de las dificultades económicas y gravísimos errores en materia política e ideológica han generado un avance del individualismo y del egoísmo, así como la percepción negativa de amplios sectores de jóvenes, migrantes internos procedentes de las provincias orientales, población afrocubana, población sexo género diverso (LGBTI), pensionados, artistas e intelectuales críticos, religiosos y deportistas acerca de las posibilidades para alcanzar la prosperidad, el desarrollo individual y el de la sociedad en el sistema sociopolítico imperante en Cuba.
Tal modelo ha estado sujeto a un cuestionamiento inexorable por gran parte de la ciudadanía y los actores de la Sociedad Civil no reconocida por el Partido Comunista de Cuba, PCC, organización sumida en una profundacrisis de identidad, de representatividad y, por tanto, de legitimidad y cuyo liderazgose muestra asustado ante las críticas y las consecuencias de sus promesas constantemente repetidas y siempre incumplidas de un futuro mejor.
El proyecto oficial del PCC y el Estado cubano para salir de la crisis económica y social contempla en un periodo de tan solo 13 años la construcción de una Nación cubana “…democrática, próspera y sostenible”, en un entorno político monopolizado por la dictadura del PCC y donde al sector privado se le pone cortapisas para su desarrollo a la vez que se impide el derecho de participación de la emigración en la reconstrucción económica del País.
Proyecto falaz, cosmético y demagógico; inviable por reaccionario y gatopardista que solo demuestra falta de coraje político del liderazgo partidario. La irresponsabilidad social del Estado cubano es tal que impide a los actores de la sociedad civil opositora su derecho a presentar, unida en su diversidad y en torno a un liderazgo transicional, el proyecto transicional de País que indiscutiblemente es el que responde a las necesidades históricas de la Nación cubana porque favorece la transición pacífica hacia un modelo económico y social de desarrollo con características nacionales, donde prevalezcan la democracia y un gobierno transparente, responsable y participativo, el respeto de los derechos humanos, las libertades fundamentales y el estado de derecho que pongan de relieve los inmensos recursos sociales del país despilfarrados por el socialismo cubano.
Lo anterior supone redimensionar el decrépito sector empresarial a partir de criterios de eficiencia internacionales para cada sector, estimular el desarrollo del sector privado en todas las parcelas de la economía, lograr tasas de acumulación de capital del 25% del PIB, suprimir la dualidad monetaria y cambiaría, recomponer las relaciones económicas internacionales del país y fomentar la inversión de la emigración, en un entorno social que excluya el monopolio unipartidista y potencie la participación de la sociedad civil y de la ciudadanía en los procesos de toma de decisiones que les afecta y atañe.
Por tanto, elestancamiento y conservadurismo del Estado cubano para enfrentar los desafíos económicos, impiden la prosperidad y con ellose corre el riesgo de perder la Nación cubana.
Y para finalizar me permito regresar a nuestro José Martí con esa capacidad de analizar, reflexionar, convocar, mediar, convencer y unir:
“Ser bueno es el único modo de ser dichoso. Ser culto es el único modo de ser libre. Pero, en lo común de la naturaleza humana, se necesita ser próspero para ser bueno.”