Yoandri Griñán Alonso es un trabajador por cuenta propia que vende productos agropecuarios de manera ambulante desde 2012, año en el que fue dejado cesante en el proceso de reordenamiento de la Empresa de Ferrocarriles de Occidente.
Seis días a la semana este treintañero de tez morena empuja su carretilla con frutas y hortalizas por diferentes localidades de la ciudad, aunque reconoce que su clientela más numerosa y fiel la tiene en Boyeros, cerca del aeropuerto internacional de La Habana.
Estando en este lugar el pasado 9 de junio, decidió tomar un descanso bajo una arboleda que lo protegiera del implacable sol de la tarde. En estos momentos pasó muy próximo al lugar una mujer con suficientes encantos como para estimularlo a decirle un par de piropos -según refirió a este observador- “decentes y respetuoso”.
Como respuesta, la mujer se le acercó, le mostró un carné que la identificaba como inspectora y, sin más miramientos, le pidió la documentación de trabajador por cuenta propia. -¿Todo en orden?-preguntó sonriente Griñan, quien asegura no haber cometido ninguna contravención en su vida.
La funcionaria de la Dirección de Inspección y Supervisión del Ministerio de Finanzas y Precios sonrió. Despacio escribió sobre un papel que luego entregó a su ya preocupado interlocutor. Y en efecto, fue multado por 500 pesos por estar parado (su licencia específica que es ambulante) en un lugar en el cual no estaba vendiendo frutas ni hortalizas. El denunciante comunicó a este Observador que todavía él no sabe porqué fue multado con tanta severidad, aunque sin perder el sentido del humor reconoce que los piropos son una mercancía muy difícil de vender, aun para un cuentapropistas tan avezado en técnicas callejeras como él.