El popular programa televisivo “La dosis exacta” educó a muchos en Cuba en que los medicamentos curan en la misma medida en que nos pueden hacer enfermar y hasta morir. Realidad latente en la Isla ante el mayor desabastecimiento de medicamentos de los últimos 25 años, causado por la falta de liquidez en divisas para el pago a proveedores externos de materias primas y medicamentos, y por el mal funcionamiento de las empresas mixtas cubano-chinas productoras de medicamentos enclavadas en el gigante asiático.
No es de extrañar entonces que el desabastecimiento de medicamentos, reflejo del deterioro de los servicios de salud pública cubana, sea una de las denuncias con más presencia en este sitio durante 2017 y el primer trimestre de 2018. Sin embargo, hoy me interesa denunciar otra arista del mismo problema.
Me refiero a la venta en las farmacias cubanas de blísteres sin el envase para su preservación y sin el prospecto o información elaborada por el fabricante farmacéutico para orientar al médico y al consumidor sobre aspectos tan importantes como las precauciones de empleo adecuadas, dosis, duración del tratamiento, interacciones medicamentosas, reacciones adversas frecuentes, medidas a tomar en caso de sobre dosis, actitud en caso de omitir la administración de una o varias dosis, horarios.
Sin dudas es una información valiosa la que ofrece el prospecto. En su mayor parte solo las puede aportar el fabricante y el dependiente de la farmacia que atiende el público y le informa previa consulta del libro Formulario Nacional de Medicamentos (FNM).
Y ahí se presenta la otra situación que agrava el problema. Llegar a una de las casi 400 farmacias de La Habana y exigir el prospecto o la información necesaria para el uso racional del fármaco es una acción baldía so pena de ofender a los empleado quienes, en la generalidad de los casos, se encogen de hombros y niegan con un movimiento de la cabezas. Nadie sabe nada. La culpa recae en la crisis económica, el consabido bloqueo yanqui o los bajos salarios que se les paga. Lo cierto es que la persona que despacha medicamentos en la Isla está mal preparado y no le importa atender al público, alega justificándose, porque solo percibe mensualmente un salario de 305.00 pesos (equivalentes a 12.20 usd) obviando así su responsabilidad profesional.
El que esta denuncia escribe lo hace desde la cruda experiencia vivencial. Tengo a mi cargo un familiar de 90 años con múltiples afecciones médicas que le obliga a consumir no menos de 15 medicamentos diarios, algunos de los cuales son inestables o desaparecieron de la red de farmacias.
“La dosis exacta” también nos enseñó que el responsable de usar bien el medicamento es el enfermo o sus familiares. Pero, si BioCubaFarma, monopolio estatal socialista con la misión de comprar las materias primas y medicamentos a su cartera de proveedores externos, producirlos en la Isla y en China, y luego distribuirlos en todo el país, si esa empresa cubana está libre de culpa por lo que no hace o hace mal, a quién puedo yo demandar por los daños causados a mi madre por la carencia de medicamentos en la red de farmacias y en hospitales o por la angustia de medicarla sin la información requerida cuando las pastillas las despachan en blísteres.