El pasado 11 de mayo al regresar de las prácticas de sus estudios, en horario del medio día, Agustín, un joven de 17 años residente en la ciudad de Matanzas, Cuba, se dispuso a cumplir un encargo de su abuela. Esta le entrega unas recetas de medicamentos y dinero para que Agustín le hiciera el favor de ir a la farmacia y el muy dispuesto se monta en su bicicleta y se dirige a la misma.
Ya en la farmacia de la calzada del Naranjal, casi esquina Cuachinango, en el momento en que está pagando los medicamentos ve a dos personas que tocan su bicicleta. El la había puesto en la acera, recostada a la pared de la farmacia donde la tenía a la vista por razones de seguridad.
Las dos personas se identifican como Inspectores de la Dirección Integral de Supervisión municipal y sin muchos miramientos le ponen a Agustín una multa por valor de 100 pesos en moneda nacional. Al joven le aplican el Decreto 272/01 articulo 18 inciso n) obstruya o dificulte de cualquier forma la circulación por aceras, paseos y portales de libre tránsito con vallas, objetos, materiales, follajes u otros elementos, 100 pesos y 300 pesos, y la obligación de retirarlo de inmediato.
Hasta la trabajadora de la farmacia y dos personas mayores intercedieron por el joven, manifestando que fue solo un momento, pero de nada sirvió.
Todo indica que Agustín Miranda Peña no estaba en su día de suerte y que los Inspectores no habían cumplido su plan de multas diario. Es una gran pena la insensibilidad con que se está viviendo en la Cuba de hoy.