Ni aun después de fallecidos, los cubanos tenemos tranquilidad.
En muchas ocasiones nos centramos en denunciar las situaciones que se nos presentan en la vida diaria. Hoy pongo a disposición del lector un material que trata un tema extremadamente delicado. La crisis económica, de valores y sobre todo de sensibilidad del sistema se ven reflejados en este material.
Más de 2 semanas invertimos en la investigación de este tema. Varios colaboradores anónimos nos ayudaron entrevistando a trabajadores del sector de Comunales relacionados con los servicios necrológicos y a familiares de fallecidos, que nos dieron testimonios muy valiosos.
En la provincia de Matanzas no pueden cultivar flores en este momento porque no existe la infraestructura ni se recibe suministro de ningún tipo. Para nuestro asombro conocimos que NO hay tierra asignada para la siembra y cultivo de flores. El establecimiento El Jardín, donde se confeccionan las coronas, las hacen con lo que desechan los particulares. Solo se producen 3 coronas por fallecido, para 3 fallecidos por día.
Los particulares son los que están dando respuesta en este momento. Pero existen quejas en la población por los altos precios de las confecciones.
Por otro lado la fábrica de ataúdes no cuenta con todas las condiciones. Los medios materiales que se suministran por el Estado no responden a lo que exige la Norma de Ataúdes. No existen tachuelas para ajustar la tela, la madera no siempre viene seca lo que ocasiona desajustes y manchas. Se fabrican los ataúdes con pino y cartón de bagazo. En fin no se producen ataúdes competitivos.
Solo existen 2 fábricas en la provincia de Matanzas, una en la ciudad de Matanzas y una en el municipio de Cárdenas. El transporte de las fábricas a las funerarias se hace en un camión sin las condiciones requeridas para preservarlos durante el traslado.
A la Empresa de Comunales no le permiten la contratación con particulares para la fabricación de ataúdes y no existe otra vía institucional para dar solución a esta crisis.
Son muchas las quejas de la población por el mal estado de las cajas. Con telas desprendidas y rotas. Incluso los ataúdes en muchas ocasiones están torcidos.
En los Cementerios no cambia la historia. A los trabajadores de los no se les garantizan las condiciones de seguridad biológica, ni los medios de trabajo requeridos. No tienen guantes, botas, ni siquiera palas y escobas. No hay siquiera cemento en los Cementerios para poner en las bóvedas luego de depositados los ataúdes con los restos mortales. En ocasiones los familiares de los fallecidos tienen que llevar el cemento, el cubo, la cuchara de albañil y hasta el agua para preparar la mezcla.
La población se queja a las administraciones de las funerarias y los cementerios, pero es arar en el mar. El daño está más allá de estos simples funcionarios. El deterioro está en el sistema, que ya es tan insostenible que ni los fallecidos tienen tranquilidad.