El régimen cubano sobrevive a pesar de la falta de liquidez en sus empresas y compromete el sistema bancario que pierde credibilidad en el entorno al incumplir las garantías básicas.
Los medios de comunicación a nivel nacional especulan sobre la aceleración del proceso de reforma monetaria y cambiaria, inmerso en un elevado proceso inflacionario.
La estrategia del gobierno pretende alcanzar un grupo de transformaciones macroeconómicas que devuelva el interés del público ante la consolidación de mercados financieros informales.
Aunque, el escenario es desfavorable pues la ciudadanía ha perdido la confianza en los bancos ante un proceso de dolarización como plataforma del acceso al consumo básico.
Se ha dispuesto una cacera de divisas en la Isla a través de las sucursales bancarias, entidades financieras y empresas relacionadas al comercio exterior que se articulan bestialmente.
La necesidad de aumentar las operaciones en CUP acompañadas de MLC en los distintos actores económicos está acentuando los notables problemas de la economía doméstica.
Urge, impulsar los espacios mercantiles para conectar el sector público y el privado, hasta satisfacer las demandas locales e impulsar mecanismos que incrementen la producción de bienes y servicios.
La situación amerita un ajuste económico y una reforma a la política de precios para una restructuración monetaria, dejando de subsidiar las empresas con pérdidas.
Hay que desarrollar las funciones dinerarias de la moneda nacional como estímulo para llevar a cabo la medición real de la rentabilidad de los hechos económicos en el país.