Mucho tuvo que alegrarse el Gobierno cubano cuando se hizo oficial la elección de Joe Biden como el presidente 46 de los EE.UU. Una de sus promesas electorales fue la restitución del envío de remesas a la isla.
La entrada de dólares a las arcas cubanas, con las que sufragan sus políticas y subvencionan sus caprichos, había quedado trunca con las políticas de Donald Trump hacia la Isla. De ahí el cierre de más de 400 puntos de la Western Union en Cuba. Ahora que los demócratas controlarán por 4 años el Gobierno, todo parece indicar que la tubería de “verdes” procedentes de la satanizada diáspora volverá a entrar a la mayor de las Antillas.
Esta vez de una forma más injusta y devaluada para el pueblo: el emisor envía USD y te dan a cambio la moneda nacional. Y lo que es peor, al valor de 1×24 cuando en el mercado informal que es donde único hay USD, lo tienes que adquirir a 1×50-80.
La necesidad de liquidez que sufre la economía cubana ha llevado al Gobierno a “ingeniárselas” para redireccionar todo dólar o euro que entre al país directo a sus cuentas bancarias. A cambio nos dan un “similar” introducido en tarjeta de crédito con la que solo puedes comprar en sus tiendas en MLC.
Es como si les molestara que el pueblo tuviera dólares cuando históricamente ellos mismos han promovido el flujo de dinero mediante mulas, amigos o familiares. De ahí las críticas a la administración Trump por sus arremetidas contra Fincimex S.A.
La legalidad no es precisamente lo que le interesa al Gobierno, sino canalizar y controlar el flujo de divisas hacia sus cuentas. Divisas que, por cierto, no se pude disponer en efectivo sino almacenar como si se tratara de un “tragaperras”. Un ejemplo notorio es la web “aisremesascuba.com” gestionada por la propia empresa cubana que operaba en todo el mundo sin ninguna licencia bancaria o entidad de pagos autorizado en ninguno de los países donde lo hacía.
Otra arista del asunto es que se hizo oficial el seguimiento a los viajeros que entren y salgan del país de forma sistemática con grandes sumas de dólares pudiendo ser estos decomisados. Paradójicamente, aunque los montos en cuestión estén dentro de los rangos de la regulación vigente.
Sr pretende evitar a toda costa la fuga de capital y, por ende, limitar el mercado informal que coexiste en la isla de la cual viven muchos ciudadanos. Eso para que no les quede de otra que acudir a sus tiendas dolarizadas donde venden a precios de boutique. Cifras citadas por Alejandro Gil, Ministro de Economía de Cuba, estimaba este monto de remesas anuales en más de 2 mil millones de USD.
El Gobierno quiere nuestros dólares, el de nuestros familiares y turistas, dicen que para reactivar la economía y reaprovisionar la industria. La realidad es que quieren nuestros dólares para engrosar sus cuentas y afianzar la miseria y la escasez con la que vive el pueblo cubano y sobrevive el sistema político. Las medidas de la Administración Trump incomodan a los decisores, pues persiguen que el dinero llegue a los cubanos y no a los dirigentes.