El pasado 9 de abril tuvo lugar la Plenaria Nacional de Productores de Carne de Cerdo, la cual, según el diario Granma involucró a 4 400 productores. La cobertura mediática de la que ha sido objeto tal reunión resalta la grave crisis alimentaria que atraviesa el país.
Y es que en los dos últimos años, la carne de cerdo ha alcanzado precios récords en su comercialización: en diciembre de 2021, llegó a cotizarse a más de 300 CUP la libra y actualmente oscila entre 250 y 300 CUP la libra, frente a un salario mínimo mensual que no supera los 2100 CUP.
Las autoridades advierten que la situación está comprometida por la escasez de insumos e implementan el uso del «pienso líquido» o la dedicación de gran parte de las tierras cultivables de los productores a cosechas que tributen a la crianza, aunque no hay resultados alentadores hasta la fecha.
En el contexto de la reunión, un porcicultor declaró que su tenencia (3000 cabezas de ganado porcino) a raíz de la crisis se redujo drásticamente a la mitad. Evidenciando el estado actual de los rendimientos productivos, que obviamente repercute en la disponibilidad de la oferta.
Ante ello, recomendamos conceder una mayor autonomía a los productores y distribuidores. Esto, sin lugar a dudas, es un elemento clave para poder estimular no solamente la producción, sino también la competencia necesaria que permita aliviar la crisis a corto y mediano plazo.
Va siendo hora que las autoridades competentes, se hagan las preguntas correctas (sobre la descentralización y el control omnímodo del estado), ante un asunto tan sensible presente no sólo en el debate público, sino en la mesa concreta de cada familia cubana.