Hace unos días volvieron a encenderse las alarmas dentro de la sociedad capitalina respecto al precio del transporte público. Ante la sospecha de un aumento del precio básico establecido (2.00 CUP por persona) no pocos ciudadanos comenzaron a manifestar serias inquietudes, tanto en las calles como en las redes sociales.
Se comentaba que los ómnibus que cubren las principales rutas (conocidos popularmente como los «P», debido a la característica letra con que inicia su identificación) así como la «Red alimentadora» que cubre las rutas periféricas, aumentarían el monto de su pasaje a 5.00 CUP por persona, es decir, más del doble del precio actual.
La preocupación se hizo tan extensa y arraigada dentro de la población, que la propia «Dirección General de Transporte de La Habana» debió emitir un comunicado oficial en el diario «Tribuna de La Habana» (que fue a su vez replicado por el medio oficial «Cubadebate») aclarando que en todos los casos, se mantendrían los precios actuales.
No obstante, lo sucedido habla muy elocuentemente sobre la huella qué dejó en la población capitalina, el relativamente reciente proceso de reestructuración económica conocida como «Tarea Ordenamiento», el cual propició el aumento de hasta 5 veces el precio del pasaje público: de 40 centavos a 2.00 CUP.
En su momento, las quejas de la población sobre este tipo de aumentos, se dirigieron en lo fundamental, hacia aquellos servicios relacionados con el medio doméstico: tarifa de la electricidad y gas licuado. Ante la presión popular, se redujeron los precios estipulados; sin embargo, el valor del pasaje público, no corrió la misma suerte.