Pese a que, en días pasados, el gobierno cubano refirió que la distribución de harina de trigo para asegurar la producción y venta limitada de pan en las panaderías estatales y de manera normada (controlada por la libreta de abastecimiento) estaba garantizada; la situación con el demandado alimento continúa agudizándose.
De acuerdo con el Ministerio de Comercio Interior (MINCIN), las restricciones financieras que posee el país y la intensificación del bloqueo impuesto a la isla, son algunas de las causas que dan al traste con el sensible déficit de la importación de harina de trigo, imprescindible para la elaboración del producto.
De esta forma, diariamente se presentan múltiples percances en la distribución normada de pan, no solamente en la capital, sino también en todo el resto del país, donde la demora y el desabastecimiento son experimentados por sus habitantes con mayor fuerza.
La ausencia de las materias primas básicas o del fluido eléctrico requerido para la cocción del producto, resultan ser en su mayoría, las causas que denuncian los consumidores a través de las redes sociales y del intercambio popular cotidiano; acompañadas de otras quejas relacionadas con la deficiente elaboración y presentación del alimento.
Por otra parte, las exorbitantes nuevas multas anunciadas por las autoridades, para penalizar la comercialización no estatal de los productos derivados de la harina de trigo, han dado al traste con el aumento desmedido de los precios por parte de los vendedores ambulantes, quienes ya venden una barra de pan en 80 CUP.
De esta forma, la crisis con el suministro de pan y por extensión con muchos de los productos básicos derivados de la harina, ha venido a reforzar la habitual “dosis” de disgusto ante la precaria situación por la que, en cuestiones de alimentación, atraviesa el cubano cada día.