Dentro del espectro de preocupaciones que llenan la realidad económica del cubano de a pie, ha venido a integrarse, directa o indirectamente, el estado del denominado “Mercado Informal de Divisas”. Antes de la aplicación de la “Tarea Ordenamiento”, este parecía ser un asunto que solamente preocupaba a sectores limitados de la población, como lo eran, por ejemplo, los receptores habituales de remesas o las personas dedicadas a importar mercancías para su posterior venta.
Sin embargo, durante el periodo del confinamiento y con el arranque de una inflación económica sin precedentes, la consolidación del MLC como moneda “fuerte” (como irónico sustituto del extinto CUC), y el aumento tangible de la emigración irregular, son cada vez más los cubanos enfocados en obtener información precisa sobre la cotización de las divisas principales en el país.
En agosto del presente año la presidenta del Banco Central de Cuba (BCC), Marta Sabina Wilson González anunció que el gobierno cubano vendería el dólar a 123.60 CUP a personas naturales. De esta forma, se pretendía establecer una tasa de cambio más “realista”, acorde con los valores de circulación no estatal.
No obstante, la medida provocó el alza progresiva de los precios dentro del mercado informal de divisas, que pareció dispararse durante y luego del paso del huracán Ian por la isla. De tal manera que, para sorpresa de muchos, en determinado momento 1 USD llegó a tasarse en los 200 CUP.
Este aumento se reflejó, naturalmente, en los precios de la amplia gama de artículos importados al país por personas naturales y comercializados de manera informal (desde medicinas hasta efectos electrodomésticos), en los productos del “mercado negro”, y en los servicios prestados por muchos trabajadores por cuenta propia.
En los últimos días, por el contrario, la tasa del mercado informal de divisas ha experimentado un interesante descenso progresivo, que ha generado entre la población no pocas opiniones expresadas en redes sociales y en el marco de la cotidianidad; que comprenden desde teorías conspirativas gubernamentales para forzar el descenso del valor del USD, hasta el deseo malintencionado de personas que lucran con la desinformación sobre la tasa de cambio: vendiendo caro y comprando a precios irrisorios.
En cualquiera de los casos, no cabe dudas que el mercado informal de divisas y su tasa variable se convierte en el foco diario de atención de cada vez más cubanos, preocupados por asegurar el valor del “dinero fuerte” que con tantas dificultades pueden conseguir.