Históricamente, el helado ha sido uno de los postres más demandados y consumidos por los cubanos. Por ello, la afamada heladería Coppelia constituía en otros tiempos, uno de los símbolos más emblemáticos de la capital, gracias a la alta calidad y variedad de sabores, que distinguían su excelente servicio.
Sin embargo, en medio de las actuales circunstancias económicas, la céntrica heladería ha pasado a ser un espacio caracterizado por una deficiente (y elevada) oferta, que mantiene en las afueras del local largas «colas» y un flujo constante de personal que mantiene las áreas del recinto a plena capacidad.
No obstante, resultaría provechoso reflexionar acerca del funcionamiento y servicio de otras unidades gastronómicas especializadas en la venta del cotizado derivado lácteo, y en las cuales el panorama no luce semejante al del popular Coppelia.
En la heladería estatal Word, ubicada en la céntrica esquina de Santa Catalina y Primelles, en el municipio Cerro, el local se mantiene gran parte del tiempo vacío y no precisamente debido a la falta de oferta. En este sentido, el precio del producto, guarda gran relación con la poca asistencia de consumidores al local.
En esta heladería, una bola pequeña de helado se vende por el precio de 50 CUP, por lo que las ofertas oscilan entre los 100 y 250 pesos, hecho que explica perfectamente el porqué los transeúntes se acercan a la tablilla de menú situada a la puerta del recinto, y después de leerla, se marchan en franco ejercicio de molestia y desaprobación.
Además, en otros establecimientos particulares de algunas zonas céntricas de la capital, el precio de un barquillo sencillo ronda los 80 y hasta 100 CUP, y si la oferta es más exótica o elaborada, su precio llega incluso a triplicarse, teniendo en cuenta que la causa de los elevados precios, se debe casi en su totalidad al coste de la materia prima.
Cabría entonces suponer que, para los amantes del helado, no se vislumbra una situación más esperanzadora que continuar optando por las largas filas en las afueras del Coppelia para poder tomar helado un poco más barato; porque a juzgar por la grave escasez de azúcar y leche en el mercado cubano, el panorama solo parece empeorar.