Próximamente, la semana de receso escolar, llegará con toda la alegría infantil que la caracteriza. En este período en el que los pequeños tienen un breve descanso de sus habituales deberes escolares, la familia cubana se enfrenta al desafío de ingeniar qué hacer, para librarlos del aburrimiento y la cotidianidad.
En medio de la crisis económica que afecta el país, se torna cada vez más complejo encontrar opciones recreativas accesibles, en las que se pueda compartir de forma amena y diferente, junto a los más pequeños de casa.
Y es que no se trata solamente de los elevadísimos precios que poseen infinidades de productos o servicios (mayormente gastronómicos), que son precisamente aquellos que atraen una alta demanda en fechas festivas o vacacionales como estas.
Sino que además, como otra de las consecuencias directa de la crisis que afecta el país, gran número de instituciones, centros y edificaciones en todo el país, se han visto afectados e imposibilitados de continuar brindando sus servicios a la población.
De esta forma, las opciones que históricamente resultaban más económicas y asequibles para la mayoría de los cubanos; hoy en día se encuentran cerradas al público, mayormente por causas asociadas a la falta de recursos de distinta índole.
En la capital, varios museos, cines, centros recreativos y parques infantiles se encuentran clausurados debido al mal estado constructivo de sus edificaciones, a la falta de combustible o electricidad que garantice su funcionamiento interno y en ocasiones, por falta de personal especializado o capacitado para garantizar sus respectivos servicios.
Así, un paseo por varias calles de La Habana, se vuelve un recorrido por sitios olvidados y cerrados a un público (con gran representación infantil) que carece cada vez más de ofertas asequibles e interesantes que atesoren un significativo valor cultural e histórico; opciones que sin dudas, deberían estar más al alcance de las nuevas generaciones.