Mayo comienza para los cubanos con la novedad de que los mayores de trece años no recibirán este mes, la carne de pollo que se distribuye como parte de la canasta familiar normada. De acuerdo a declaraciones de fuentes estatales, las afectaciones con el producto se deben mayormente al aumento de su precio en el mercado internacional y a la merma de importaciones a Cuba, provenientes de Estados Unidos.
Igualmente, se dio a conocer que para la población exenta de recibir la proteína, se ha previsto (en sustitución de la misma), la distribución de otros derivados cárnicos como mortadella y picadillo, productos que muchas veces resultan cuestionables con respecto a la calidad de su elaboración y presentación a los consumidores.
De esta manera, las alternativas de alimentación para el grupo poblacional restante (entre los que todavía se encuentran adolescentes en pleno desarrollo, así como ancianos) continúan esbozándose cada vez peor, teniendo en cuenta que la carne de pollo, era una de las pocas opciones a las que aún podía acceder el cubano, aunque fuere de forma regulada.
Actualmente, la venta del módulo básico que se comercializa en las tiendas (regulado también por la libreta de abastecimiento), que además de picadillo, aceite y “perritos” incluye un solo paquete pequeño de pollo por cada núcleo familiar, resulta una cantidad ridícula, que mágicamente debe alcanzar para un mes, o incluso más.
Mientras, en el mercado informal, la caja de piezas de pollo continúa aumentando su valor cada día, llegando a comercializarse por estas fechas y como consecuencia directa de la aciaga noticia, por valor de 12.000, 15.000 y hasta 20.000 CUP. Cabe entonces suponer que comer carne de pollo, comenzará a ser otro de los tantísimos “lujos”, a los que los cubanos no tendrán derecho a acceder.