La escasez e irregularidad en la distribución y comercialización normada de azúcar, ha sido y continúa siendo hasta el presente, una de la mayores dificultades que enfrentan los cubanos en medio de la crisis económica y alimentaria que atraviesa la isla.
Desde hace más de una década, la producción azucarera y sus resultados han revelado una marcada tendencia a la disminución, debido a factores de diversa índole tales como la falta de insumos básicos y fallos en centrales, que no pueden ser reparados a causa de la ausencia de piezas de repuesto o recursos para su mantenimiento.
Sin embargo, en los últimos meses, la carencia del azúcar parece haber alcanzado su punto máximo a nivel nacional, generando un alto grado de preocupación dentro de la población; quien ya no puede adquirir este producto ni siquiera en el mercado negro, pues su comercialización ha desaparecido casi por completo de este sector.
Como única alternativa de comercialización del producto, ha quedado la ofrecida por algunas MIPYMES, en donde una pequeña bolsa de un kilogramo de azúcar refino importada, se vende por 900.00 pesos o incluso más; lo que hace evidente que su consumo sólo es accesible para una minoría selecta de cubanos.
En el país donde históricamente el azúcar de caña llegó a ser el principal producto de exportación, además de símbolo económico y cultural por excelencia; el déficit de este rubro pareciera conducir inevitablemente a una crisis crónica en lo que respecta a su abastecimiento.