El régimen cubano insiste en la viabilidad de su modelo económico, político y social. Luego de 30 años de miserias, retrocesos y escasez, continúa subestimando las reformas de mercado aplicadas en China en 1978 que lo sacaron de la pobreza. Al parecer, a los altos decisores de la isla no les interesa el despunte económico prometido sino, seguir enarbolando riquezas personales a través de la pobreza y el sometimiento del pueblo cubano.
En la actualidad nadie se cuestiona el despunte económico que han alcanzado los asiáticos en materia económica durante las últimas 4 décadas. Al contrario, lo que acá muchos se preguntan es ¿por qué no podemos implementar medidas similares a las chinas cuando siguen siendo un país socialista, identificado con los ideales marxista-leninista y rectorado por un único partido comunista?
Las reformas implementadas hace 43 años por Deng Xiaoping marcaron el punto de partida de la modernización china. Las políticas implementadas por Mao Tse Tung en 1958 y 1966 que sumieron al país en grandes hambrunas, fueron suficientes para darle un giro radical a la economía.
Entre las primeras reformas se encontraron en 1979, la cancelación de las granjas colectivas (cooperativas, CCS y UBPC) que comenzaron a ser administradas por familias campesinas, lo que posibilitó la venta liberada de sus producciones, sin restricciones ni pérdidas por acopio.
En 1980 se reformaron empresas y entidades estatales que conllevaron a una gradual descentralización de precios y dos años más tarde, se comenzaron a crear varias zonas francas a fin de fomentar la inversión extranjera con las garantías legales y los incentivos fiscales para atraer la confianza de los inversores foráneos.
En un lapso de 30 años el PIB chino se multiplicó tres veces y anualmente, 110 millones de personas salieron de la pobreza extrema. Hoy China es el primer productor de manufacturas y el segundo receptor de inversión extranjera. Si bien entonces las medidas de Deng fueron tildadas de capitalistas, con su fulminante eslogan respondía: “No importa el color del gato, lo importante es que cace ratones”.
Cuba ha dado pasos discretos en ese sentido, “siempre adaptados a las condiciones propias del país”. Sin embargo, es evidente el temor de las autoridades, a perder el control totalitario de la isla (como si China lo hubiese perdido). Economía y política no van de la mano y eso ellos lo saben. En ese sentido, no queda de otra que emanciparse de las fuerzas retrogradas y opresoras si aspiramos a la verdadera libertad y el progreso de la isla.