El Gobierno en Cuba ha tratado por todos los medios de restar protagonismo a los Trabajadores por Cuenta Propia y en especial a los relacionados con el sector del transporte.
Los popularmente llamados ¨Boteros¨ (transportistas privados de personas), sobre cuyas espaldas ha recaído en los últimos años la responsabilidad de aliviar la creciente demanda del transporte público en Cuba sufren constantemente las arremetidas de los supervisores estatales que atienden este sector.
El Ministerio del Transporte con sus cuerpos de inspectores azules, verdes y grises, además de la Policía, han tomado severas medidas para tratar de neutralizarlos. Ha intentado obstaculizar su trabajo arreciando las medidas sobre la venta de combustible en el mercado informal, pues la venta en los servi de Cuba Petróleo (CUPET) tienen precios estratosféricos, siendo de más de un peso cubano convertible el valor de un litro, más caro que en el mercado mundial. Precios estos del combustible que no están al acceso de los transportistas privados que no quieren subir los precios del pasaje.
El Estado cubano ha destinado los carros que salen del turismo a la creación de nuevas líneas de ruteros que solo funcionan bien unas semanas ya que no hay quien los controle. Trabajan el tiempo que les parece, sin que la población encuentre solución para sus problemas de transportación, que se hacen eternos.
Por otro lado a los dirigentes y funcionarios les sustituyen sus carros todos los años y los viejos, aun en buen estado técnico, prefieren mandarlos a picar en las conocidas desarmadoras, que utilizarlos en mejorar las condiciones de transportación siempre crecientes del pueblo.