Gobierno cubano intenta palear crisis económica y social mediante la excepción de impuestos sobre las importaciones sin carácter comercial de alimentos, aseo, medicamentos e insumos médicos hasta enero de 2025, véase la publicación de la Gaceta Oficial No. 45 Extraordinaria de 2024.
En ella, la Resolución 272/2024 autoriza la importación de batas, guantes y mascarillas sanitarias desechables, bolsas para colostomía y colectores de orina, cánulas, glucómetros y sus tiras diagnósticas, esfigmomanómetros y estetoscopios, bisturí y jeringuillas, máscaras de oxígeno.
La lista de productos gastables y de farmacia, de artículos ópticos y auditivos, así como de equipos e instrumentos es bien larga, demostrando la profunda crisis económica y su impacto negativo en el sector de la salud pública y constituye una invitación a “salvarse quien pueda”.
Tal situación se agrava cada vez que colapsa el Sistema Eléctrico Nacional y resulta imposible obtener o procesar agua destilada para la preparación de sueros y medicamentos con destino a sostener los servicios más básicos o esenciales en los hospitales y policlínicos.
Ante ello, los adultos mayores el rostro de la pobreza en Cuba y son los que con poco más de 1 500 CUP o 6 USD de jubilación tiene que comprar alimentos encarecidos y por tanto les resulta imposible acceder a medicinas en el mercado informal o se ven obligados a ingerirlas vencidas.
Queda demostrado que la medida no constituye a corto, mediano o largo plazo un paliativo a las carencias actuales en la Isla, sino que agudiza la problemática y eleva el umbral de la pobreza de la población hasta un 89% según datos del Observatorio Cubano de Derechos Humanos.
Es necesario que las autoridades coloquen la mirada en los valores de la Economía Social de Mercado orientada a la planificación sanitaria como instrumento para la gestión y la toma de decisiones racionales hacia un sistema nacional de salud eficiente.