Una noticia recorre en estos días la provincia de Matanzas, Cuba. Casi 400 toneladas de frijoles se dejaron de acopiar para el consumo de la población en zonas del municipio de Jovellanos.
El discurso del Gobierno cubano hace varios años en temas de Economía y de producción es la ¨sustitución de importaciones¨. Se dice que aumentando la producción nacional de productos evitaríamos la compra de estos en el exterior a precios mayores. Este es el discurso, porque la realidad que mostramos en esta denuncia evidencia otra cosa.
Más de 360 toneladas de frijoles se dejaron de acopiar el año pasado en la provincia y las causas que esgrime el Gobierno es que ya en el mes de Noviembre se había cumplido el plan anual de acopio provincial. Por otro lado no existía posibilidad de almacenamiento ya que el almacén destinado a este producto tiene la capacidad limitada por estar de mantenimiento en su cubierta .
Se decidió por la Dirección Provincial de Acopio dejar este volumen para recolectar en el mes de enero del 2018. Ahora se presenta otra anomalía y es que como no se compró el producto en tiempo, este frijol en la actualidad presenta parámetros de calidad que no están acorde al contrato firmado entre los productores y Acopio. Resulta que por contrato la humedad del frijol no puede exceder el 15%, y hoy tiene alrededor del 30% y Acopio lo rechaza por esta razón. Razón que no debiera achacarse a los productores, ya que ellos no cuentan con las condiciones técnicas ni de almacenamiento para preservar el producto por más de 2 meses. Conocimos que en todo el municipio de Jovellanos no existe ni un solo secador de granos y que lo hacen por el método tradicional, regando el grano en las carreteras a secar con el sol. Tampoco las condiciones de almacenamiento son las ideales pues guardan el mismo en las habitaciones de las propias casas de los productores. Conocimos también que en los últimos tiempos ha crecido el número de frijol que se pica y se hecha a perder en los almacenes del Acopio.
No se aprecia ninguna voluntad de mejorar la situación alimentaria del pueblo, en el actuar de los funcionarios de Acopio ni del Gobierno cuando pudieran aplican otras variantes que al final mejorarían las condiciones de alimentación. Se pudieran bajar los precios de este producto en los mercados agropecuarios estatales para así aumentar el consumo y directamente se liberaría espacio en los almacenes, disminuyendo así la posibilidad de la pérdida del alimento por deterioro. Aunque penosamente esto último es lo que se prefiere antes de mejorar la mesa del cubano.