En la actualidad, comprar o reparar equipos electrodomésticos en Cuba, se ha vuelto un lujo inaccesible para casi la totalidad de la población; convirtiéndose en un selecto privilegio al que solamente pueden acceder algunos trabajadores del sector privado y quienes reciben remesas del exterior.
A raíz del ordenamiento económico implementado en la isla en plena etapa pandémica, todos los equipos electrodomésticos, así como el resto de productos que anteriormente se comercializaban en CUC, pasaron a ser vendidos en las célebres tiendas en MLC.
A cambio de una moneda virtual que los cubanos no perciben como parte de sus salarios estatales, y además de presentar precios francamente exorbitantes, una gran variedad de efectos electrónicos y electrodomésticos, se exhiben en estantes y vidrieras bajo el ojo resignado y triste de quienes sólo pueden detenerse para contemplarlos.
Y es que la crisis económica por la que atraviesa el país, imposibilita que los trabajadores corrientes puedan siquiera soñar con adquirir algunos de los más imprescindibles en el hogar, tales como ventiladores, cocinas, ollas eléctricas y los tan necesarios refrigeradores.
En el mercado informal, el panorama no suele ser muy diferente, puesto que la oferta es bastante escasa y los precios de los equipos que se comercializan equiparan (la mayoría de las veces) a los precios estatales en MLC, según la tasa de cambio imperante en el mercado informal.
De esta forma, el bienestar y la calidad de vida del cubano, se ve lastimada también desde esta otra arista que, no por tratarse de algo más que comida o medicina, pierde peso o urgencia en el agónico día a día en el que despierta el cubano.