La reciente temporada lluviosa en Cuba, que generalmente corresponde al primer período estacional de los meses de mayo- junio; ha agravado los históricos problemas estructurarles de la isla, causando múltiples derrumbes que provocaron heridos y al menos dos fallecidos en la capital.
La falta de mantenimiento y las críticas condiciones de numerosas edificaciones quedó evidenciada en las últimas semanas donde, varias viviendas colapsaron en su totalidad, algunas sufrieron derrumbes parciales, y otras presentan severas muestras de deterioro que atentan contra la seguridad de moradores y transeúntes.
De igual manera, las inundaciones ocurridas en varios municipios de la capital dejaron profundas pérdidas materiales que para los cubanos “de a pie” resultan imposibles de reponer, dados los elevados precios de estos artículos tanto en el mercado estatal como en el privado.
Sumado a las afectaciones eléctricas, el desabastecimiento de agua en varias zonas de La Habana; así como la aparición de agentes virales que se ven exacerbados en estos meses de verano, a causa de la acumulación de gran cantidad de desechos que aún permanecen esparcidos por las calles, tras el paso de las torrenciales lluvias.
Los cubanos afectados deben lidiar además, con la dolorosa realidad de colchones y pertenencias mojadas, así como equipos electrodomésticos averiados por las inundaciones o filtraciones que sufrieron sus viviendas, las cuales suponen una de las más lamentables consecuencias que deben enfrentar los damnificados, al no disponer de los recursos para, no ya reparar o reconstruir el daño constructivo de sus viviendas (cosa que desde hace muchos años resulta imposible para cualquier cubano corriente), sino para adquirir artículos de primerísima necesidad.