El gobierno cubano ha optado por desarrollar nexos interbancarios con la Unión Económica Euroasiática para “inyectar liquidez” a su ya maltratada economía y hacer frente a sus compromisos de deuda con sus acreedores y aliados estratégicos.
Si bien acerca a nuevos inversionistas extranjeros, abre oportunidades comerciales y amplía los destinos turísticos que ofrece la Isla, ésta visión apenas toma en cuenta la dependencia de las importaciones que tiene hoy la economía nacional para satisfacer la demanda.
Recordar que el dólar estadounidense está vinculado a nivel mundial a una mercancía de uso generalizado (petróleo) y es la divisa de referencia en los intercambios comerciales de Cuba, por lo que tal medida agudizaría la crisis financiera actual.
Un alza leve del USD traería consigo un incremento en los costos por cada vez que se intente convertir a dólares, una caída de la demanda en el mercado interno y afectaciones al consumo doméstico tras elevarse la inflación que conduciría a una pérdida en la capacidad de retorno de las inversiones.
En el contexto, los socios de las mipymes privadas nacionales y la población prefieren pasar sus ahorros en pesos cubanos a dólares estadounidenses, debido a la desconfianza en la política monetaria restrictiva y los excesivos controles bancarios.
Los ciudadanos han visto cómo se restringe su acceso a bienes y servicios tras devaluarse el CUP; y para afrontar sus gastos, al no tener liquidez con sus salarios, cambian sus ahorros y remesas de dólares a pesos cubanos y así disponen de mayor dinero para consumir.
En los individuos como en el sector privado crece el desinterés por realizar movimientos y operaciones con pesos cubanos, aumentando la demanda de uso del dólar estadounidense, que luego los inversores depositan en países con economías más estables.
Es evidente que un giro hacia otras monedas sólo tiene implicaciones de cara a captar ingresos en la empresa estatal vinculada al turismo, pues una vez ahí realizarían cobros en su propia moneda, así como pagos de deuda en rublos a Rusia y yuanes a China.
Pero ello no basta para hacer frente a la crítica situación, pues el tiempo exige reducir el gasto público no social que sufraga la corrupción, los subsidios a personas que distorsionan el comercio interior y levantar las restricciones bancarias causante de la especulación actual.
En la vida nunca basta con ver las oportunidades sino se aprovechan, las autoridades deben aferrarse a un escenario geopolítico donde el dólar rige las relaciones monetarias y la Economía Social de Mercado muestra un camino para la transición del modelo socio-económico.