El régimen cubano atraviesa una profunda “desaceleración acelerada” de la economía que restringe sus operaciones financieras y promueve la desconfianza.
La actual administración concibe la creación de Organismos Superiores de Dirección Empresarial (OSDE) que subordinan, restringen y prohíben las relaciones mercantiles.
Se ha anunciado un proceso de rectificación orientado a las relaciones del sector privado y que ha encontrado resistencia en la empresa socialista en su implementación.
Por otro lado, los privados paulatinamente ha absorbido la migración de las fuerzas de trabajo con origen en la empresa estatal y que carecen de incentivos laborales.
La necesaria reforma empresarial transita por desarrollar el trasvase de las actividades productivas en manos de la empresa estatal socialista hacia la privada.
Pero, se han perdido las posibilidades de recuperación del comercio interior en la búsqueda de beneficios a través de las exportaciones de los privados hacia eventual punto de equilibro.
Es primordial acelerar la formación de pequeñas empresas, tomando como eje principal las actividades ya autorizadas para el ejercicio del trabajo por cuenta propia y otorgar libertad de asociación.
Además, iniciar la liquidación de todas las empresas con pérdidas del sector público que deberán mutar hacia formas de gestión cooperativas con autonomía e independencia del estado.
Se han de promover alianzas para la democratización del mercado y el incremento de la competitividad en este, eliminando el carácter complementario de un sector respecto a otro.