Líderes políticos cubanos se niegan a emprender reformas económicas en la producción industrial de alimentos, pese al agravamientos de la crisis económica y su impacto negativo en la sociedad.
Así, gobiernos locales como el de la provincia Santiago de Cuba pretenden imponer a las mipymes privadas nacionales sus improvisaciones al margen del marco legal vigente.
Los emprendedores de la hospitalaria región se han negado y comienza una escalada de cierres temporales o definitivos de los negocios dedicados a panaderías y dulcerías.
Mientras, otros trasladan el domicilio de sus sociedades hacia zonas del occidente y centro del país donde se promueve el desarrollo local y estimula la inversión de capitales en el sector.
A corto plazo caerá la oferta del producto pan que hoy es el de mayor demandado por la población, lo que trae consigo la expansión del hambre entre los sectores más vulnerables en la región oriental.
Si bien es legítima la preocupación de las autoridades centrales ante la crítica de los consumidores por el alza en los precios, ésta debe gestionarse otorgando a los privados acceso a fuentes de financiamiento.
Tanto la Cadena Cubana del Pan como la Empresa de Industria Alimentaria pueden contratar a precios mayoristas niveles de producción a los privados y con ello subsidiar productos con destino a los vulnerables.
La empresa estatal socialista debe abandonar de una vez su interés por subordinar los privados a sus intereses y dejar a un lado “iniciativas novedosas” como los Contratos Cooperados.
Vale recordarles a los decisores sus fracasos en lo económico, lo político y lo social y lo incapaces de honrar sólo una vez sus compromisos de pagos a proveedores y acreedores de deuda.
Los privados han demostrado que saben administrar los recursos y avanzar por el camino de la justicia social sin los paternalismos de aquellos que subsidian a los vagos y delincuentes.
Eliminar los subsidios a través de una libreta de abastecimiento es necesario para sostener y promover a los más vulnerables, otorgándoles acceso a bienes y servicios que dignifican a la persona humana.