Desde el pasado viernes 9 de junio del presente año, entraron en vigor las nuevas tarifas que fueron establecidas para la forma de gestión no estatal del transporte en la capital. Con un precio de 45.00 CUP por los tramos cortos; de 70.00 a 100.00 pesos por tramos medios y 170.00 CUP por los más largos; las nuevas medidas han generado muchísimas reacciones y opiniones divididas, dentro de la población residente en La Habana.
Una de las consecuencias más notorias del tope de los precios, resultó ser el “parón” masivo de los boteros en la capital, como protesta ante el establecimiento de dicha tarifa, la cual (según han declarado los transportistas privados a través de las redes sociales), no tiene en cuenta el elevado precio del combustible ni el mantenimiento del vehículo.
Ante la caótica situación que tuvo lugar el viernes 9 de junio, los puntos capitalinos más céntricos se apreciaban atestados de cientos de ciudadanos que aguardaban por horas, esperando a que algún medio de transporte alternativo, pudiera llevarlos hasta su destino; mientras que la ausencia de boteros, se hacía cada vez más notable en horarios picos.
Si bien resulta cierto que muchos de los precios del transporte privado, exceden la capacidad de pago de un trabajador estatal, quien evidentemente está imposibilitado de costear asiduamente los servicios de los boteros; lo cierto es que en gran medida, este tipo de transportación constituye una alternativa viable ante la severa crisis con el transporte en la isla.
De esta forma, el establecimiento de las nuevas tarifas, lejos de solucionar una problemática ya bastante antigua, han venido a generar muchísimos más obstáculos y malestares a una población que, en tema de transporte, ya padece suficientemente a diario; teniendo en cuenta que el servicio que brindan la red principal de transportación estatal, no llega a suplir ni por asomo, las demandas de la población capitalina.