Otra de las trabas que ha acarreado el nuevo proceso de bancarización en Cuba, (como si no fueran suficientes todos los inconvenientes generados en la población) ha sido el pago obligatorio de la factura del servicio eléctrico, a través de aplicaciones móviles como Transfermóvil o Enzona.
Pese a que en medios oficiales se había advertido que el proceso de bancarización se implementaría de manera gradual y paulatina, durante el mes de septiembre del presente año, el pago de la factura de la electricidad con dinero en efectivo, le fue negada a cientos de clientes que habitualmente empleaban este tipo de pago.
En muchas sucursales municipales de la Empresa Eléctrica en la capital, fueron varios los cubanos que debieron regresar a sus hogares sin poder efectuar el pago de este servicio; entre ellos, el sector poblacional de la tercera edad, fue nuevamente uno de los más afectados.
Es necesario tener en cuenta que, además de la vulnerabilidad que trae consigo la edad avanzada y las múltiples patologías propias de este grupo poblacional, la inaccesibilidad a un teléfono móvil moderno, a la propia plataforma virtual de pago, e incluso la incapacidad para operar con autonomía y eficacia dicha aplicación, son también impedimentos bien comunes en la ancianidad.
Como respuesta ante los reclamos de los adultos mayores por verse obligados a efectuar el pago únicamente por esta vía, la solución que se les ha propuesto en muchos casos, ha sido la de solicitar ayuda a un familiar o vecino que realice el pago electrónico de su factura, mientras ellos le entregan el dinero en efectivo.
¿Acaso desconocen quiénes implementan aceleradamente la bancarización en Cuba que el índice de ancianos que viven solos o desatendidos completamente por sus familiares es altísimo y que por tanto no cuentan con una red cercana de apoyo que pueda encargarse de pagar este tipo de servicios por ellos?
¿Es que ignoran que no todos los cubanos, ancianos o jóvenes poseen tarjetas electrónicas con disponibilidad siempre para efectuar el pago por esta vía o simplemente prefieren hacerlo en efectivo? ¿Por qué entonces implementar medidas sin alternativas viables para los más vulnerables? Las respuestas y soluciones a tantos cuestionamientos y problemáticas no parecen convencer y mucho menos ofrecer mejorías.