El Ministerio de Comercio Interior emitió la Resolución 40/2023, que establece tasas de margen comercial en pesos cubanos, a aplicar por las empresas presupuestadas e impone un 11% de margen comercial sobre el valor de adquisición de cigarros y tabacos.
Las tasas de margen comercial respaldan los niveles de gastos de las comercializadoras por operaciones comerciales, administración, financieros, contribución a la seguridad social e impuesto por la utilización de fuerza de trabajo y un mínimo de utilidadad.
En tal sentido; las organizaciones empresariales nacionales han de revisar los esquemas de distribución; así como, las estructuras que participan en la circulación, para que las tasas de márgenes comerciales tributen a la disminución de los costos y los precios.
La medida pretende tomar en cuenta el incremento progresivo de los costos de importación y de producción, así como, de los gastos de comercialización y operaciones; sin embargo, la aplicación de las tasas de margen comercial desalienta las capacidades endógenas.
Y es que las autoridades ministeriales no sólo pretenden calcular y controlar la rentabilidad de las empresas, sin tomar en cuenta que cualquier interpretación parte de una economía planificada centralizadamente; por tanto, la tendencia del margen de beneficio tiende a caer.
Para cinco empresas nacionales la tasa máxima de margen comercial oscila entre el 2.1 y 4.6 %; mientras, en los Consolidados provinciales mayoristas de alimentos asciende al 8% y en la Isla de la Juventud al 11%, en los Consolidadas provinciales mayoristas universales no rebasa el 6.5%
Es evidente; el gobierno cubano pretende frenar el impacto negativo del alza inflacionaria mediante mecanismo de control en el mercado interno, aunque resalta la falta de preparación de sus cuadros y funcionarios, que distorsionan aún más la ya debilitada economía.
La sociedad demanda a los decisores la eliminación de las tediosas políticas de control al mercado interno, que siempre afectan a los productores y propagan la especulación, que daña al consumidor final y sólo desarrolla el “trapicheo” como alternativa de sobrevivencia.