Con las tradicionales remesas monetarias —en dólares y euros—, muchos cubanos han ayudado a sus familiares y amigos a iniciar su pequeño negocio en la Isla, que vive un inusitado pulso entre la transgresión de los emprendedores y el temor de la elite comunista de que las pequeñas reformas acaben llevándoselos por delante.
Las remesas son una vía de financiación intrafamiliar y/o amistosa, casi siempre a fondo perdido, pero que ha sido efectiva para el arranque de nuevos negocios, aunque dentro del limitado esquema de las licencias para el ejercicio del trabajo por cuenta propia.