“En el primer semestre de 2018 hay que acabar de eliminar la dualidad cambiaria y monetaria”, ha reiterado públicamente el presidente Raúl Castro Ruz. Esas palabras no cayeron en saco hueco: resonaron en el megalito del cementerio Santa Ifigenia, pusieron en crisis a las autoridades económicas de la Isla y, de paso, alarmó a los ahorristas y tenedores de divisas cubanos ante la amenaza real de perderlo todo.
¿A qué hacían referencia las palabras del Jefe de Estado?
La dualidad monetaria y cambiaria fue una de las medidas más importantes del paquete de reformas de 1994 la cual tuvo como objetivo resolver el problema de liquidez en divisas del país ante el hecho cierto de que la economía cubana no genera los recursos necesarios para su desarrollo.
Una vez que se alcanzó cierta estabilidad financiera debió haberse eliminado el peso convertible, pero eso no fue lo que ocurrió. Durante un cuarto de siglo para las personas naturales 24 pesos cubanos equivalen a 1 peso convertible, mientras que para las empresas e instituciones 1 peso cubano equivale a un peso convertible, entendido como un dólar americano. En puridad eso quiere decir que la empresa estatal socialista cubana es altamente competitiva en tanto cumple con los criterios de eficiencia internacionales. Nada más distante de la realidad.
En mi opinión la larga permanencia en el tiempo de esa medida de política monetaria ha causado más problemas que beneficios, habida cuenta que el excesivo valor del peso cubano esconde subsidios y mantiene artificialmente rentable a un grupo de empresas, particularmente los monopolios de comercio exterior, lo cual trae como consecuencia que las estadísticas del desempeño de la economía cubana no sean confiables y mucho menos válidas para la tomas de decisiones al medirse los costos operacionales a partir de un tipo de cambio irreal.
¿Por qué ha tardado 25 años la dualidad monetaria y cambiaria a pesar de los múltiples problemas que generan?
La multiplicidad de tipos de cambio es el principal factor que ha complicado la eliminación de la doble moneda en la economía cubana. Las causas pudieran ser múltiples pero entre ellas sobresale la falta de visión y de realismo político de la Alta dirección del Partido Comunista de Cuba, (PCC). Por un lado sus modelos mentales les permiten comprender el agotamiento del modelo de desarrollo económico y social cubano; por otro lado, las premisas de sus marcos de referencia y actuación no logran asegurar el éxito de sus promesas constantemente repetidas y siempre incumplidas de un futuro mejor.
Las políticas económicas seguidas en el último cuarto de siglo abarcan escasas medidas económicas técnicamente válidas con distintos grados de implementación en un enmarañado e inacabable torrente de normas jurídicas, conceptualizaciones de modelos, planes nacionales, discursos reformistas y actuación contra reformista.
Respecto al decrépito sistema empresarial cubano, la solución pensada por ideólogos y tecnócratas es la implementación de una estrategia centralmente regulada para convertir a corto plazo a la empresa estatal socialista en altamente competitiva a escala mundial, en detrimento de otras formas de propiedad como el trabajo privado individual, trabajo por cuenta propia, considerado complementario y subordinado al ineficiente pero mayoritario sector estatal.
Dicho programa ha sido denominado Proceso de Perfeccionamiento Empresarial (PE)1, concebido a partir de la experiencia durante más de 10 años para modernizar 200 empresas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, (Far) con problemas y disfunciones comunes a toda la planta productiva cubana.2 .
Aun cuando el éxito de la experiencia transformadora del sistema empresarial militar se explica porque fue realizado en condiciones cerradas, aseguramiento material, cultura y estilos de dirección vertical propios del ámbito castrense, el Partido Comunista de Cuba decidió en 1987 extender dicha experiencia al sistema empresarial civil conformado entonces por unas 4500 empresas.
En el ya lejano 2001 el coronel del ejército a cargo del PE en Cuba afirmó con la típica retórica de los dirigentes cubanos: “Lograr un éxito definitivo y perdurable en el perfeccionamiento empresarial, por sus connotaciones económicas, políticas e ideológicas, equivaldría a enraizar y enriquecer el socialismo en la base y en la cultura cubanas, mostrar al mundo un ejemplo de que los pueblos con su resistencia y creatividad, pueden enfrentarse al capitalismo y encontrar alternativas viables para un desarrollo verdaderamente humano y auto-sustentable”. (Pérez Betancourt, 2002).
Pero la realidad objetiva muchas veces se muestra tozuda. El sistema productivo cubano se caracteriza por la tecnología obsoleta, altamente contaminante, baja productividad del trabajo, con un millón de trabajadores en exceso, limitada autonomía para la toma de decisiones gerenciales y graves problemas de liquidez en divisas. Pretender reconvertir el sistema empresarial estatal cubano hasta niveles de clase mundial en tan solo un quinquenio era, en el mejor de los casos, una utopía revolucionaria o una irresponsabilidad política del PCC. Véase la siguiente estadística.
Tabla 1. Evolución del proceso de P. Empresarial. (1999-2017)
Cantidad de empresas | |||
1999 | 2002 | 2017 | |
Perfeccionadas o altamente competitiva | 313 | 700 | 802 |
Obsoletas o no competitivas | 4187 | 3800 | 3698 |
Fuente: Elaboración del autor a partir de la Prensa escrita cubana.
Luego de transcurridos 20 años de iniciada la experiencia, la dinámica del proceso de perfeccionamiento del sector empresarial estatal cubano fue tan lenta que su implementación real requiere no menos de 30 años más. Y como la crisis económica parece ser consustancial al modo de producción cubano en la superestructura se manifiestan contradicciones antagónicas que amenazan su existencia3. Suenan las campanas por el Establishment. Se reiteran discursos y promesas.
Con la entrada en vigor de un nuevo ordenamiento jurídico para el PE se establece la obligatoriedad de que todas las empresas estatales, grupos empresariales y hasta las descapitalizadas empresas subordinadas a los gobiernos municipales, inicien su transformación en empresas de clase mundial en el menor tiempo posible para poder eliminar la dualidad monetaria y cambiaria.
Otras interrogantes a las que se debe dar respuesta en el proceso para eliminar la dualidad monetaria y cambiaria serian: ¿Qué moneda doméstica escoger para la unificación? Las autoridades han asegurado que será el peso. ¿Cuál sería la divisa de referencia internacional? Pudiera ser el dólar norteamericano, hegemónico en el sistema financiero internacional o quizá el euro, divisa en la que se llevan las cuentas de operaciones del comercio exterior. ¿Es posible devaluar el peso convertible a niveles más realistas en correspondencia con el estado real de la economía nacional? Existen empresas cubanas del comercio exterior y cooperativas no agropecuarias que operan con un tipo de cambio de 10-13 pesos equivalentes a un peso convertible. ¿En términos reales qué significaría utilizar este tipo de cambio para las personas naturales en la Cuba de hoy? Significaría que el peso cubano ganaría valor de cambio por lo que la cesta de bienes y servicios que un comprador adquiere hoy con 24 o 25 pesos la puede adquirir con 10, 12 o 13 pesos.
Para ello habría que recuperar el peso en base a la reactivación del sistema productivo y el proceso de PE anda sobre la cuesta de una tortuga de ineficiencia y burocratismo desmedido. Aumentar las importaciones con el consiguiente endeudamiento externo no parece ser una opción real para Cuba por: disminución de los ingresos por exportaciones tradicionales y de servicios a Venezuela, el empleo de esos menguados recursos financieros para el pago de deuda externa recién renegociada con acreedores multilaterales como el Club de París o bilaterales como China, Rusia, Irán y Venezuela y la innegable realidad de que no hay muchos capitales dispuestos a invertir en la Cuba actual.
¿Qué ha pasado en Cuba en lo que va de 2018? Falta de información por los ‘medios noticiosos’ oficiales, farsa electoral, desabastecimiento de medicamentos y alimentos, crisis del transporte… y, sobre todo, mucha retórica oficial y negación de los reclamos de la ciudadanía y los actores de la sociedad civil opositora. Resultado. Dudas y preocupación de los ahorristas quienes ante un escenario de incertidumbre han actuado para preservar sus ahorros obtenidos como trabajadores por cuenta propia, remesas del exterior, ingresos resultado del trabajo transfronterizo4 y el trabajo de la tierra5.
Hoy en el “mercado cambiario de la calle” no camina el CUC, los bancos estatales no aceptan pesos ni pesos convertibles a cambio de divisas, los trabajadores por cuenta propia solo aceptan pesos, oro, divisas o cualquier moneda que no dependa de las políticas económicas del Gobierno cubano.
Ante este escenario, el Banco Central de Cuba informó con inusitada rapidez y sin precisar fechas que “por ahora no ocurrirá la eliminación de la dualidad monetaria y cambiara”. O sea, algo así como que lo dicho por el primer mandatario no fue más que un ‘libretazo’ o un arranque emocional desde la ignorancia de temas de economía y de la realidad de la sobrevivencia de la calle.
Y en efecto, coincido con las autoridades del BCC. Pero voy un poco más allá. Sostengo que para superar el viejo ciclo vicioso de la economía cubana (entiéndase; problemas estructurales que generan una dinámica negativa de bajo crecimiento cuasi recesión, falta de liquidez en divisas que provoca el endeudamiento externo y también interno) es necesario redimensionar el sector empresarial a partir de criterios de eficiencia internacionales para cada sector, estimular el desarrollo del sector privado en todas las parcelas de la economía, lograr tasas de acumulación de capital del 25% del PIB, suprimir la dualidad monetaria y cambiaria, recomponer las relaciones económica internacionales del País y fomentar la inversión de la emigración sin cortapisas en todos los sectores de la economía.
Como es obvio, todo lo anterior tiene que lograrse a través de un modelo económico transicional que excluya el monopolio unipartidista y potencie la participación de la sociedad civil y de la ciudadanía en los procesos de toma de decisiones que les afecta y atañe. Como decimos coloquialmente en Cuba, por ahí deberían ir los tiros.
- Modelo de cambio cubano que se nutre de las mejores experiencias de los paradigmas del desarrollo organizacional, gerencia, gestión de la calidad, etc. de célebres escuelas de negocios internacionales. ↩
- Muchas de las empresas militares perfeccionadas pasaron a ser gestionadas por el Grupo de Administración Empresarial, Gae, que controla la mayor parte de la planta hotelera y de servicios turísticos, logísticas y otros sectores del país que tienen en común que son los de mayores tasas de rentabilidad del sector empresarial cubano. ↩
- El 61 % de la ciudadanía de la Isla muestra altos niveles de insatisfacción con el modelo económico cubano. Para más información consúltese la investigación sociológica: GEDS (2017). Informe final de la Consulta Pública “Elecciones y participación plural en Cuba, un proceso en construcción”. La Habana. ↩
- En el caso de los trabajadores de la salud, docentes, ingenieros, entrenadores deportivos, comunicadores y militares en activo. ↩
- Se reconoce por las autoridades bancarias de la Isla la existencia de campesinos con ahorros individuales superiores a los 100 millones de pesos depositados en el sistema bancario nacional aunque imposibilitados de realizar grandes inversiones o de convertirlos en CUC, USD o Euro. Con el tipo de cambio actual con 25 millones de pesos adquiere 1 millón de CUC. ↩