“La libertad económica ha hecho más por reducir la pobreza que ninguna otra política”
Daniel Lacalle[1]
Libertad, es un concepto abstracto y muchas veces difícil de definir, pero es la aspiración de todo ser humano que le garantiza el respeto por la voluntad individual e implica que cada uno debe hacerse responsable de sus actos. Muchas veces la libertad está limitada por la Ley, como forma de organizar y poner orden en la sociedad. Pero hasta qué punto las autoridades pueden intervenir y limitar el comportamiento o deseos de las personas, hasta qué punto esa autoridad llega a hacer coercitiva estableciendo los límites de la libertad. Que un pueblo sea libre depende muchas veces de la voluntad del Gobierno de cada país.
No han sido pocas las veces que los cubanos nos hemos preguntado ¿Por qué el Estado puede disponer de nuestras propiedades, de dónde se puede invertir y que hacer con nuestro dinero y hasta decidir en qué moneda podemos ahorrar nuestros ingresos? Estas interrogantes nos llevan frente a un fenómeno llamado Libertad Económica.
El premio Nobel de economía Milton Friedman refiere que la libertad económica es una condición necesaria para la libertad humana; pero no es una condición suficiente. Es decir, la libertad económica no garantiza la libertad integral del ser humano; sin embargo, no se puede llegar a ser realmente libre si no se goza de libertad económica.
The Heritage Foundation, institución creadora del Índice de Libertad Económica (publicado en inglés como Índex of Economic Freedom), define la libertad económica como el derecho fundamental de todo ser humano de controlar su propio trabajo o propiedad. En una economía libre, los individuos son libres de trabajar, producir, consumir e invertir como ellos decidan. Los gobiernos permiten que la fuerza laboral, el capital, y los bienes se muevan con libertad y recurren a la coerción o restricción solo para proteger o mantener la misma libertad.
Una mayor libertad económica está correlacionada con mayor prosperidad, así lo refleja el Índice de Libertad Económica que se calcula como un promedio simple de 12 libertades diferentes agrupadas en 4 grandes grupos, cada una vital para el desarrollo de la prosperidad de las personas y las naciones, asignando una calificación entre 0 y 100, donde los valores más altos indican mayores niveles de libertad. Las libertades evaluadas son las siguientes: Estado de Derecho, Gobierno limitado, Eficiencia regulatoria y Apertura comercial.
En el Índice de Libertad Económica 2020, Cuba figura en el puesto 173, con una puntuación por debajo de los 33 puntos, siendo el país 31 de los 32 estados de América Latina, posicionamiento que ha mantenido por años consecutivos, y solo superada por países como Venezuela y Corea del Norte.
Las limitaciones más importantes para la libertad económica de Cuba incluyen la corrupción generalizada, poder absoluto del Estado, sobrecarga del gasto público expresado en el Presupuesto del Estado y en el pago de muchos programas de ayuda social, un marco institucional débil, una fuerza laboral bien calificada pero subutilizada, restricciones fiscales, la débil protección de los derechos de propiedad privada, la falta de acceso al financiamiento a largo plazo e inversiones extranjeras, obstáculos para el desarrollo empresarial, elevada regulación gubernamental en los servicios financieros, así como deficiencia en el control de precio para el crecimiento del empleo y por ende para el desarrollo económico.
Es evidente que mientras el Estado cubano limite a sus ciudadanos que hacer con el dinero de su bolsillo, limita y viola muchos de sus principios básicos, restringe el crecimiento personal y frena el desarrollo humano, limita el derecho a la libertad civil y política, interfiere en el crecimiento económico, en la expectativa de vida e incluso en la situación medioambiental, pues no es hasta que un país tenga cubierta las necesidades básicas para su población, que no empieza a preocuparse por cuidar el medio ambiente y crear mejores y más fuertes leyes proteccionistas del ecosistema. La libertad económica es la clave.
Para eso el sector privado en Cuba, y dentro de este el sector cuentapropista, es el potencialmente capaz de empujar y estimular el progreso en el país, es sin duda el motor impulsor y generador del desarrollo económico. Es a través de la ampliación, promoción y liberación de este sector que las condiciones comenzarán a cambiar para el bienestar social. Son los cuentapropistas con sus ideas innovadoras, con su capacidad de generar encadenamientos productivos, haciendo uso de recursos humanos altamente calificados e insertando en sus proyectos alta tecnología que generaran más y más empleos de calidad al país para aportar al desarrollo económico.
Está demostrado que los altos niveles de elección personal, el acceso al libre mercado, bajos impuestos y una limitada regulación del gobierno, están correlacionados con una menor pobreza, una mayor riqueza en todos los niveles de la sociedad y mayor facilidad para el ahorro y la prosperidad.
Cuba es un país oprimido que lucha por la construcción de una sociedad democrática con mejores oportunidades y con ciudadanos libres de elegir, y justamente esa es la palabra, elegir, derecho que no tendremos mientras se nos viole, como principio básico, el derecho a la libertad económica.
[1] Daniel Lacalle. Economista español. El viaje a la libertad económica. Editorial Deusto. p. 48