La actividad por cuenta propia ha despertado en Cuba un renacer de nuevas y diferentes problemáticas que antes se encontraban reprimidas ante la presencia predominante y casi totalitaria del sector estatal sobre la actividad económica de la nación. El año 2011 abrió las puertas para la existencia y consolidación de la figura del trabajador por cuenta propia, el emprendedor. Una figura económica separada de la actividad estatal que cumple una función social determinada y por ella percibe cierto beneficio.
Como todo inicio, esta práctica no escapó de incertidumbres y tropiezos. Recordemos que esta actividad fue suprimida en la Isla en el año 1963 y luego bajo los difíciles años 90 del pasado siglo, cuando la nación cubana era crudamente azotada por una crisis estructural, se generó cierta apertura hacia la práctica de esta forma de actividad, pero bajo limitaciones que se acrecentaron con la llegado de los años 2000 y la asimilación nuevamente de un modelo altamente centralizado de dirección de la economía.